¿Quién no sabe del Portuguesa FC? Incluso los neófitos en fútbol como yo, conocemos su historia, sus proezas, sus altibajos, su esfuerzo, el impulso inicial en el sueño gigante de don Gaetano Costa, aquel inmigrante italiano, gerente de un banco en Acarigua, que se empeñó en construir un gran equipo que luego se convirtió en la mejor marca, referencia e insignia regional más exitosa en el continente americano.

Uno puede llenarse de títulos, recuerdos, números, goles, pero cuando escucha de boca de dos de sus fundadores como Dimas Salcedo Nadal y Arnaldo Alvarado o de dos de sus leyendas, que se quedaron enamorados en esta tierra, como Pedro Pascual Peralta o Carlos Núñez, el pecho se nos hincha de la importancia de aquel esfuerzo personal y colectivo de un grupo de personeros de Acarigua y Araure, que en el Club Ítalo Venezolano, comenzaron a tejer las esperanzas, y aunque diseñaban un camino, nunca se imaginaron que el rojinegro, los colores del Milán, se convertiría en el primer pentacampeón del balompié profesional venezolano. La aparición del Portuguesa FC dividió la historia futbolística nacional en un antes y un después. El antes dominado por los capitalinos, el después la historia de la provincia, como cantera y protagonista del deporte rey en el mundo.

La brillante memoria de Dimas Salcedo nos ha paseado por esas páginas pletóricas de esfuerzos que dignifican a los habitantes de nuestro estado. O Arnaldo recordando que en seis meses apenas, se hicieron la tribuna central y laterales. Peralta, con una sencillez que no retrata su grandeza, pero que la va lanzando con pasión y orgullo en cada frase como aquella de que este equipo no empezó gateando, nació caminando, indicando la grandeza del once portugueseño. O el amor propio de la familia de Carlos Núñez que lo convierte en el adalid de la resurrección que hoy nos vuelve a parecer,   competitivos o en la ruta de eventos sudamericanos. O ese recuerdo vivo y entusiasta de Richard Páez entrevistado por Ybrahím Saavedra, cuando el seleccionador que le cambió la cara a la vinotinto, nuestra selección nacional, habla con fe, optimismo y con crudeza, de la importancia del equipo en el cual militó y de los pueblos hermanos, donde nació su primer hijo.

El Portuguesa FC es orgullo del gentilicio de la tierra del Centauro. Y forma parte de los íconos de este corazón geográfico de Venezuela junto al Catire, campeón de todas las batallas, el sol de la llanura, a Monseñor Velasco García, el primer cardenal llanero, la camada musical y cultural, la vanguardia agropecuaria que convirtió a nuestra entidad en granero de Venezuela. En fin, la pasión rojinegra, es como el Liceo Unda, el primero del país, valor fundamental de nuestra identidad y de nuestro compromiso con las nuevas generaciones. El Portuguesa FC es ejemplo de constancia, de éxitos y fracasos, pero de terquedad ineludible para sobrevivir y triunfar, con su barra brava, el botalón que sostiene esta historia deportiva.

La gente, paisanos o no, que habitamos esta tierra de gracia, estamos en deuda. Gente que ha llegado en los últimos años, que invierten en Portuguesa, los que siempre han estado, los promotores de la importancia y jerarquía nacional de su aparato productivo, no entienden la ocasión de su cincuentenario o no hemos sabido promover lo fundamental de esta trayectoria para, en tiempos de crisis, elevar la calidad del compromiso por la región. El sentido de pertenencia, esa especie de vanidad por tener lo que tenemos, nos está haciendo falta para los esfuerzos que se hacen por mejorar la calidad de vida, donde la idiosincrasia y esos valores conformados por tantos sueños y tanta tenacidad, se concreten en caminos de desarrollo y progreso.

Fundado el 9 de abril de 1972, hace cincuenta años, el equipo rojinegro ha obtenido cinco títulos de campeón en primera división, tres veces subcampeón y tres Copa Venezuela. Fue el primer equipo venezolano en participar en las semifinales de la Copa Libertadores de América, con grandes proezas como haber derrotado al equipo de Porto Alegre, campeón de Brasil. O haber rivalizado con el Cosmos de Nueva York, con grandes leyendas en su staff  como el Rey Pelé o Beckenbauer. “Portuguesa se creció” tituló Meridiano. Tuve la suerte de asistir a ese encuentro en compañía de mi gran amigo Carlos Dávila Riaza, cuando estudiábamos en la UCV.

De aquel equipo que jugó sus primeros encuentros en un estadio de beisbol, nos queda su grandeza, su historia, su compromiso. Razón deportiva para sentirnos más orgullosos de ser portugueseños.

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