
Iván Colmenares
La semana pasada activamos en un foro chat, promovido por Geramel de Armas y Gustavo Rojas, sobre la posibilidad de la unidad en Portuguesa. Mi compadre Grossman, que bien conoce los entretelones de la oposición regional, le dedicó una de sus célebres frases para su cuarta carcajada sardónica. Joel Hernández, Ivelisa Martínez y Francisco Tití Mora, fueron los compañeros ponentes, junto a este servidor. Creí que iba a ser más interactivo, que los participantes estarían centrados en el tema, que sería más estadal, pero la intención es plausible porque debemos debatir, y con prisa.
La unidad en Portuguesa depende más que nunca de la voluntad caraqueña, que debe salir del cascarón, sin hipocresía. De todos modos la política es la como la tos. No se puede esconder. La Plataforma Unitaria, uno de las islas de este archipiélago lanzó la proposición de primarias para escofer el abanderado unitario. Aún se discute el reglamento, que debe cristalizar el propósito de que sean libres, universales, con el voto secreto, donde participe el que quiera y donde vote el que quiera, con la obligación de hacer una campaña de respeto mutuo, de inserción en el Plan País, líneas maestras de gobierno, que se pueden enriquecer y que los que en la contienda estén, respeten la decisión soberana del pueblo venezolano. Con o sin CNE, ya tenemos experiencias al respecto y suficiente músculo para lograr una victoria cuando decidan convocar las presidenciales, que “constitucionalmente” según los rojos, tocan en el 2024. Y el tiempo se está agotando.
Hay varios obstáculos que pasar, comenzando por el diálogo en México que logre la habilitación de nuestra dirigencia, la liberación de los presos políticos y elecciones libres, verificables y transparentes, para continuar con la revisión urgente del Registro Electoral Permanente y la definición clara sobre el voto del venezolano no residente, que permanece en el extranjero, donde destaca la incertidumbre de cómo se habilitan consulados para centros de votaciones en países que no reconocen a Maduro, y en consecuencia, no existen relaciones diplomáticas. Para decir uno sólo: Estados Unidos donde deben registrarse miles de compatriotas con edad y derecho para el sufragio.
Con Portuguesa, hay que hacer la tarea del indio. Hay que dar la misa, tocar la campana, recoger la limosna y andar en la procesión. La unidad no es una sopa de letras, no es cruzado sin sazón. Es una suma de voluntades con propósitos francos, aunque sabemos que en la mesa de los políticos no se sientan los ángeles. Planes hemos estudiado desde Capriles I, en el 2012, y ninguno se ha podido concretar. En esa oportunidad a pesar de que mejoramos la calidad de nuestra maquinaria electoral, la brecha con el oficialismo siguió siendo abultada. Cosa que empeoró en la elección después de la muerte de Chávez, donde la diferencia en esta entidad, fue la diferencia nacional. Por eso, repetíamos con intensidad que si Portuguesa cambia, Venezuela cambia.
Pero la unidad en nuestro estado ha naufragado en varias oportunidades por la mezquindad de algunos, dirigentes que como cornetas repiten las insensateces nacionales, sin ningún gramo de discusión. Pero ya hemos hablado de eso. Y volviendo al foro, allí planteamos lo que a nuestro juicio, son las carencias portugueseñas. Pocos partidos tienen pantalones largos, para decir lo menos, tienen presencia en los catorce municipios. Y de allí hacia abajo, en las 25 parroquias muchos no tienen estructuras. El tema electoral es la columna vertebral de nuestro fracaso. Y no tenemos vasos comunicantes con sectores fundamentales como la juventud, porque la nuestra se fue casi toda del país, perseguidos o desilusionados por no verle futuro a su patria. La escasez de dirigentes vinculados al verdadero sindicalismo, cuando AD y COPEI eran una verdadera fortaleza en esa dirección. Incluso en AD, imponían candidatos presidenciales. Y para mí, un hecho decepcionante, que en la vanguardia agropecuaria de Venezuela, la que aún sostiene el aparato productivo nacional en el sector, las organizaciones políticas no tengamos voceros calificados que hablen con propiedad, de sus problemas, aspiraciones y preocupaciones ante las mentiras oficialistas.
La sociedad civil no se siente atraída por la dirigencia política. No sé si saben, los llamados líderes de las oposiciones en el estado, si los retos por venir, nos merecen grandes esfuerzos y sacrificios. Hay acercamientos, hay posibilidad de entendimientos, hay esperanzas. Con tal que no vengan con el cuento de que sigamos el ejemplo que Caracas da. Hace años apagaron la luz. Que se vean en el espejo de Colombia.
