A todas estas, en un momento pre electoral, el mundillo político cree que todos tenemos que
aferrarnos a ese trapo rojo electorero que nos separa de nuestra realidad. Hay muchos mundos
presentes en la dinámica de vida que se desarrolla entre nosotros. Por un lado una burbuja
gubernamental que nos enrostra una opulencia desmedida y vulgar, hay otra burbuja opositora que se
asoma por doquier, que además de opulenta destila egoísmo e infantilismo en el arte de ejercer la
política. El mundo real es el pueblo de calle, de campo y de ciudad, el pueblo llano que vive de un misero
salario, quien tiene que pujar a diario su sustento. Hay un mundo de trabajo de lucha, no el de la
militancia lisonjera sino el de la combatividad permanente. Hay un mundo del pueblo traicionado y en
evidente decadencia. Hay otro mundo de alabarderismo desmedido, inmensurable y profundamente
irracional.

Hay un mundo afectado por un bloqueo imperial por medidas cohesivas implantadas desde la
comodidad de las élites del poder económico y político mundial. Hay otro mundo cuyas sanciones no le
afectan por el contrario su crecimiento se deriva de ello.

El mundo real se mueve en otra dimensión, los campesinos por ejemplo pendiente de sus siembras
habituales. La cosecha del ajonjolí, del frijol, del girasol, del maíz, el arroz o la preparación de los viveros
de café para mejorar los cafetales. Los insumos agrícolas se muestran cada vez más inalcanzables, las
atenciones de parte de las organizaciones creadas para tal fin se distancian de sus aparentes objetivos.
Todo esto dibuja un anacronismo político que no vislumbra salidas a la realidad agrícola venezolana.

Se sabe del contrabando de café que entra por las fronteras del hermano país colombiano lo cual viene
a incidir negativamente el el mercado nacional, todo es un plan bien orquestado para forzar los precios
del café hacia abajo y adueñarse de la producción del campesino. ¿Quienes son los interesados en este
contrabando? ¿A quien favorece?¿A quien perjudica? La agroindustria con sus nuevos pupilos que

surgen de la nada se apoderan de todo el mercado y se consolidan cómo los núcleos económicos que
potenciarán al nuevo Estado burgués que se consolida en esta patria Bolivariana que otrora pensó ver
llegar el momento del pueblo y de los menos favorecidos, el tiempo de los «nosotros somos con
Chávez».

Se sabe también dónde pudiera estar el nudo Gordiano que une las nuevas burguesías con un gobierno
que boqueando busca apoyos dónde quiera que estén. Lo que no se sabe es quien podrá defender al
campesino desasistido en esta precariedad que lo arropa por completo.

Cómo será la siembra en este nuevo ciclo, los arroceros y maiceros, así como los caficultores carecen de
financiamiento, los paquetes FEUDALES promovidos desde las instancias de poder económico y político
han llevado a la quiebra al aparato productivo agrícola y muchos ya anuncian no poder seguir
sembrando en estas condiciones.

Los paperos nunca han recibido ni una "locha" para su siembra, además deben soportar el contrabando
de papa colombiana que los lleva a la quiebra al no poder competir con esos precios en el mercado
nacional.

La agroindustria y el gobierno hablan al mismo tono, mientras el campesino que es el sujeto histórico a
proteger se encuentra en profunda desventaja. ¡Los ricos son los que producen, los pobres son los que
trabajan!

La dirigencia campesina no debe estar ni a favor ni en contra de gobierno alguno, su tarea es moverse
en pro de mejorar las condiciones de la actividad agrícola en su totalidad, tomando cómo sujeto
histórico al campesino. El gobierno debería ser el aliado natural para fortalecer la agricultura la cual no
se reduce a la prosperidad de la agroindustria poderosa que estrangulan al pequeño y mediano
agricultor. Pareciera que andamos en reversa simulando empujar el carro hacia adelante.

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