
En un mundo marcado por constantes cambios y transformaciones políticas, la frase “Dios quita y pone reyes” cobra una relevancia particular. Esta máxima, arraigada en diversas tradiciones religiosas y filosóficas, nos invita a reflexionar sobre la naturaleza del poder y el papel de la divinidad en los destinos de las naciones.
Todos los venezolanos debemos meditar sobre este profundo concepto. A lo largo de la historia, hemos sido testigos de cómo líderes poderosos han ascendido y caído, demostrando que el poder terrenal es efímero y está sujeto a las voluntades divinas.
En el contexto actual marcado por las elecciones presidenciales de este 28 de julio, y el resultado emanado del Consejo Nacional Electoral, esta reflexión nos llama a la paz, la armonía y al trabajo por Venezuela:
Nos invita a reconocer la soberanía de Dios: Entender que el poder último reside en una fuerza superior y que los gobernantes son instrumentos de esa voluntad.
Nos queda inspirarnos en los principios divinos para construir sociedades más justas y equitativas.
Fomentar el diálogo y la tolerancia, respetar las diferentes creencias y opiniones, buscando la armonía entre los pueblos.
Cultivar la humildad y el servicio, recordar que el verdadero liderazgo se basa en el servicio a los demás y en la búsqueda del bien común.
𝗘𝗱𝗴𝗮𝗿 𝗔𝗹𝗲𝘅𝗮𝗻𝗱𝗲𝗿 𝗠𝗼𝗿𝗮𝗹𝗲𝘀
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