
En tiempos de polarización que vive Venezuela, la política se ha infiltrado en todos los ámbitos de la vida, incluso en los hogares. Observamos con creciente preocupación cómo niños y adolescentes repiten consignas y argumentos políticos, a menudo sin comprender su verdadero significado, generando tensiones no solo entre padres e hijos, sino también entre vecinos y amigos. Esta politización temprana plantea interrogantes cruciales sobre la pertinencia de exponer a los menores a debates políticos complejos y sobre la manera en que se les transmite esta información.
Es innegable que los padres y el entorno familiar son los primeros transmisores de valores y creencias. Sin embargo, cuando la educación política se centra en la imposición de una ideología, de derechas o de izquierdas, en la descalificación del adversario o en la simplificación de problemas complejos, se corre el riesgo de adoctrinar a los niños en lugar de educarlos. Los menores, en su etapa de desarrollo cognitivo, tienden a internalizar las ideas que escuchan en su entorno, especialmente de figuras de autoridad como sus padres, sin tener la capacidad de analizarlas críticamente.
Esta situación puede generar graves consecuencias. En primer lugar, se rompe el diálogo familiar. Los niños que adoptan posturas políticas opuestas a las de sus padres pueden sentirse incomprendidos, rechazados o incluso avergonzados, lo que deteriora la comunicación y la convivencia en el hogar. En segundo lugar, se fomenta la intolerancia. Los niños que son educados en un ambiente de confrontación política pueden desarrollar prejuicios y hostilidad hacia aquellos que piensan diferente, lo que dificulta la construcción de una sociedad plural y tolerante.
¿𝗗𝗲𝗯𝗲𝗻 𝗹𝗼𝘀 𝗻𝗶ñ𝗼𝘀 𝗰𝗼𝗻𝗼𝗰𝗲𝗿 𝘀𝗼𝗯𝗿𝗲 𝗽𝗼𝗹í𝘁𝗶𝗰𝗮?
La pregunta central es si un menor de edad debe conocer sobre política. La respuesta no es un simple sí o no. Es fundamental diferenciar entre informar y adoctrinar. Los niños tienen derecho a conocer el mundo que les rodea, y la política forma parte de él. Sin embargo, la forma en que se les presenta esta información es crucial.
𝗜𝗻𝗳𝗼𝗿𝗺𝗮𝗿, 𝗻𝗼 𝗮𝗱𝗼𝗰𝘁𝗿𝗶𝗻𝗮𝗿: Se debe proporcionar a los niños información objetiva y comprensible sobre los temas relevantes, adaptada a su edad y capacidad de comprensión. Se debe fomentar el pensamiento crítico, animándolos a cuestionar, a analizar diferentes perspectivas y a formar sus propias opiniones.
Contextualizar y explicar: Es importante explicar a los niños el contexto histórico, social y económico de los acontecimientos políticos. Se deben evitar las simplificaciones y los discursos maniqueos que dividen el mundo entre buenos y malos.
Promover el diálogo y el respeto: Se debe crear un espacio de diálogo abierto y respetuoso en el que los niños puedan expresar sus ideas y escuchar las de los demás, incluso si son diferentes. Se debe enseñarles a debatir con argumentos, sin recurrir a la descalificación o la violencia.
Análisis:
La politización temprana, cuando se maneja de manera inadecuada, puede ser perjudicial para el desarrollo emocional y social de los niños. Es fundamental que los padres y educadores asuman la responsabilidad de proporcionar una educación política basada en el respeto, la tolerancia y el pensamiento crítico. Se debe evitar la imposición de ideologías y fomentar el diálogo constructivo.
En resumen, los niños deben conocer sobre política, pero de una manera que les permita comprender el mundo que les rodea y formar sus propias opiniones de manera informada y responsable. La clave está en la forma en que se les transmite la información y en la promoción de un ambiente de diálogo y respeto. No se trata de mantenerlos al margen de la realidad, sino de darles las herramientas para comprenderla y transformarla de manera positiva.
Edgar Alexander Morales
Director
𝗥𝗲𝗱𝗮𝗰𝗰𝗶𝗼́𝗻 | #𝗣𝗼𝗿𝘁𝘂𝗴𝘂𝗲𝘀𝗮𝗔𝗹𝗗í𝗮
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