Por Miguel Ángel Morales
A propósito de haberse celebrado el pasado 27 de junio, el Dia Nacional del Periodista, quiero hacer llegar un caluroso saludo a todos los profesionales de la comunicación social y especialmente a mis hermanos Edgar Alexander Morales y Cruz Mario Silva.
Un día de efusiva celebración, pero de profunda reflexión acerca del papel fundamental que jugamos en la sociedad. Y como todo no es color de rosa, al momento de redactar estas líneas pensé más en una crítica y autocrítica de elementos que deben desaparecer en nuestra práctica cotidiana.
Considero que, en el actual panorama venezolano, el ejercicio del periodismo se ha visto sumergido en una diatriba política que nos ha desviado del rumbo trazado por nuestra propia profesión. Lamentablemente, son cada vez más los comunicadores sociales que han abandonado el compromiso con la veracidad, dando prioridad a la conveniencia y el eco de información difundida en redes sociales, sin el debido proceso de verificación.
Y con esto no quiero decir que un periodista no pueda simpatizar con el partido de gobierno o con la oposición, o que no tenga derecho a tener militancia partidista, o que no puede simpatizar con cualquier partido. No, solo que al momento de ejercer la profesión debemos tener presente los preceptos éticos y morales que implica el deber de comunicar.
He visto incansablemente en las redes sociales, como se desacredita a uno u otro periodista por el solo hecho de simpatizar con alguna tolda política. Además, con la interactividad en las redes, se pretende cuestionar la labor periodística endosándole responsabilidad por los hechos que reportan, pretendiendo de esta manera liquidar al mensajero.
En este orden de ideas, la labor periodística se ve ensombrecida por intereses partidistas y la propagación de noticias carentes de fundamento. Debemos asumir nuestro rol como garantes de la verdad y la transparencia. Son muchos los comunicadores que han optado por convertirse en meros instrumentos de la polarización política, sacrificando la esencia misma de nuestra profesión. Debemos evitar a toda costa, seguir alimentando la polarización que tanto daño le hace a nuestra sociedad.
Debemos rechazar el odio y el desprecio por la vida que se expresa a través de redes sociales mal utilizando esta hermosa herramienta, como lo es la interactividad, para expresar los más bajos sentimientos, tomando en cuenta que lo peor es que esta pelea es entre hermanos venezolanos.
Creo que es urgente y necesario que los periodistas venezolanos recuperemos el norte de nuestro quehacer, priorizando la rigurosidad en la investigación, el contraste de fuentes y el compromiso inquebrantable con la veracidad. Solo de esta manera se puede recuperar la confianza del público y contribuir a la construcción de una sociedad mejor informada, capaz de tomar decisiones fundamentadas en hechos comprobables.
No es fácil, el reto al que nos enfrentamos hoy día. Pero, no es imposible. La restauración de la credibilidad y la ética periodística es un camino que debemos emprender con determinación, conscientes de que nuestra labor es fundamental para el fortalecimiento de la democracia y el desarrollo de una ciudadanía informada.
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