Pasó un huracán por la seca y calcinante Arlington. Fue Christian Pulisic. El vendaval en un día sulfúrico. Estados Unidos demostró, en su re-estreno continental, fútbol, vigor, sobriedad, aunque no le sobró pegada. Algo tuvo que ver Ricardo Pepi en ello. Peccata minuta. Bolivia fue un lamento y la tarde, un paseo con público, más de 47,000 personas, para el USMNT. Que lo disfrute. El camino pinta menos bondadoso después.⁣

Estados Unidos arrancó sin cadenas. En la primera ráfaga, ni siquiera tan furibunda, Bolivia dio la sensación de refugiarse en una casa de palillos. Y entonces, a la salida de un córner, Pulisic recogió la pelota en el vértice izquierdo y colgó la pelota, sin soplar con furia, en la escuadra más lejana, impulso inútil de Viscarra mediante. Si acaso, el insuficiente esmero hizo más estético el gol. Más rotundo, más inalcanzable. No pocos aficionados y periodistas recalaron sus asientos sin haber disfrutado la escena. Sin cadenas, decíamos. ‘La Verde’ ofrecía mínima resistencia amateur mientras el malogrado pase de Weah hacia Balogun volvió a sus pies; Viscarra, ahora sí, abortó con los pies una nueva granada, que ya llovían.⁣

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