Los recientes acontecimientos en nuestro país han puesto de manifiesto la delgada línea que separa la paz de la violencia, una línea que algunos sectores han utilizado de manera inescrupulosa en su búsqueda de poder. ⁣

El odio exacerbado, que se propaga a través de las redes sociales, ha comenzado a dar su cosecha, reflejando un panorama desolador donde la sangre de jóvenes venezolanos vuelve a ser derramada, víctimas de una clase política que aún no comprende que la violencia nunca es el camino.⁣

Es doloroso observar cómo los propios seguidores del candidato de la unidad se convierten en víctimas del odio y el fascismo promovidos por ellos mismos, grupos políticos, que anteponen su sed de poder a la vida y la seguridad de nuestros ciudadanos.⁣

En este clima de agitación, lo que sorprende y decepciona aún más es la falta de pronunciamiento de muchos líderes políticos ante los actos de vandalismo. Hasta el momento, solo hemos escuchado un gesto de apoyo del presidente Nicolás Maduro, quien, con una actitud gallarda, ha expresado: «yo te apoyo». ⁣
Estoy seguro de que muchos que lean estas líneas no comparten los actos de violencia desatados recientemente. ⁣

Es evidente que la vandalización de monumentos, como ocurrió en Guanare, o la destrucción de bienes públicos, afecta directamente a la comunidad, ya que estos no son propiedades del gobernador Primitivo Cedeño o del alcalde Torrealba; pertenecen al pueblo portugueseño, al pueblo venezolano.⁣

Nos enfrentamos a una situación alarmante donde familias están de luto por la pérdida de seres queridos en estas protestas, lo que resulta inaceptable. ⁣
Hago un llamado a los padres y representantes: protejan a sus hijos, enseñándoles que la violencia jamás representará una vía para el progreso y el bienestar. ⁣

La destrucción de bienes públicos, lejos de ser una solución, solo puede agravar la situación y generar más sufrimiento entre los ciudadanos.⁣

En momentos como estos, es fundamental recordar que la lucha por un futuro mejor debe basarse en principios de paz y respeto. Cada acto de violencia socava no solo nuestras instituciones, sino también la convivencia y la esperanza de un país unido. ⁣

Solo a través del diálogo y la comprensión podremos construir un camino hacia la reconciliación y la paz. La violencia no es el camino; es hora de buscar alternativas donde prevalezca el entendimiento y la solidaridad.

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