El dos veces presidente de la República italiana, Giorgio Napolitano, conocido como «el rey Giorgio» por todas las ocasiones en la que tuvo que garantizar la gobernabilidad del país con sus continuas crisis de Gobierno, falleció hoy a los 98 años en Roma.

Napolitano abandonó la política activa el 15 de enero de 2015, cuando renunció después de casi nueve años como presidente de la República italiana y dos después de haber aceptado un segundo mandato porque los partidos fueron incapaces de alcanzar el suficiente consenso para decidir un sucesor.

Se convirtió así, a sus 88 años, en el primer presidente en repetir un mandato, lo que ahora ha vuelto a ocurrir con el actual jefe de Estado, Sergio Mattarella, por las mismas causas.

Napolitano, que sustituyó a Carlo Azeglio Ciampi el 10 de mayo de 2006, fue de nuevo elegido el 20 de abril de 2013 y tras su retirada explicó que se iba a dedicar de lleno a su familia y, a pesar de ser senador vitalicio, pocas veces se le vio por el Hemiciclo.

Durante sus 9 años como Jefe de Estado, al «rey Giorgio» le tocó desbloquear en varias ocasiones la parálisis del sistema político italiano.

Lo hizo cuando la coalición del Gobierno de Romano Prodi, El Olivo, cayó en 2008, después de meses de tambaleos, mociones de censura y retiradas de confianza y tuvo de nuevo que poner fin y la crisis y convocar las elecciones.

Pero su gran «golpe de mano» en un momento delicado para Italia fue empujar a Silvio Berlusconi a dimitir ante la recesión que vivía el país y optar por la vía tecnócrata colocando en el poder al profesor Mario Monti, con el apoyo de Europa.

El Gobierno de Monti logró acometer varios planes de reducción del gasto público y un plan de ajuste de más de 30.000 millones de euros (noviembre de 2011-diciembre de 2012), cumpliendo con el límite máximo de déficit público exigido por la Unión Europea (UE).

No le tembló la mano cuando los portavoces de la Casa de la Libertad, la coalición que lideraba Berlusconi, en el Senado y la Cámara de los Diputados se reunieron con él para pedirle que concediera el indulto al ex primer ministro por su condena por fraude fiscal que le apartó del Parlamento.

Napolitano afirmó que no le había sido presentada ninguna petición de gracia a la que tuviera que dar respuesta, aunque recalcó que «sobre cualquier sentencia definitiva, y de la consecuente obligación de aplicarla, no puede hacerse otra cosa más que tomar nota». Berlusconi se negó a presentar a la petición de gracia.

Nacido el 29 de junio de 1925 en Nápoles, Napolitano entró en política nada más licenciarse en Derecho en 1942 cuando fundó un grupo comunista y antifascista que, durante la IIª Guerra Mundial, tomó parte en numerosas acciones contra los nazis.

Miembro desde 1945 del Partido Comunista Italiano (PCI), fue elegido por primera vez diputado en 1953 y reelegido posteriormente, salvo en la IV Legislatura, hasta 1996, siempre por la circunscripción de Nápoles.

Dos años más tarde dimitió del cargo justo al día siguiente de su ruptura con el PCI en el histórico congreso de Rimini en 1991, cuando Napolitano, uno de los exponentes de la corriente moderada y socialdemócrata, se pasó al Partido Democrático de la Izquierda.

Dio el salto a Europa en 1992 como eurodiputado pero retornó a Italia tras ser elegido el 3 de junio de ese año presidente de la Cámara de los Diputados, en sustitución de Oscar Luigi Scalfaro.

Romano Prodi le nombró ministro del Interior en 1996, cargo en el que permaneció hasta la dimisión de éste en octubre de 1998. Volvió a Europa en 1999 y hasta junio de 2004 fue Presidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales del Parlamento europeo.

Un año más tarde fue nombrado senador vitalicio por el presidente Carlo Azeglio Ciampi, a quien sustituyó el 10 de mayo de 2006 con el respaldo de 543 votos de los 1.000 votos posibles en la cuarta votación, en la que sólo se necesitaba mayoría simple.

Fue amigo personal del poeta chileno Pablo Neruda y uno de las personalidades que en 1951 evitaron la expulsión de Italia del nobel de Literatura y ayudaron a la publicación de una de sus obras capitales, «Los Versos del Capitán».

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