
En medio de una campaña de desinformación que ha generado dudas sobre la calidad de la harina precocida en Venezuela, es importante destacar que el país cuenta con más de 100 marcas de harina de maíz, 283 de café y más de 300 de arroz, lo que demuestra la diversidad y capacidad de la industria alimentaria nacional.
En particular, el estado Portuguesa se ha consolidado como un referente en la producción de harina precocida de alta calidad, gracias a procesos industriales certificados y rigurosos controles de calidad.
El proceso de molienda del maíz, fundamental para la producción de harina precocida, comienza con la selección de granos de maíz de la más alta calidad, descartando aquellos con alto contenido de aflatoxinas o fumonisinas. Posteriormente, el maíz se limpia para eliminar impurezas como piedras, paja y suciedad. Una vez limpio, se tritura en molinos especializados, donde se separa la harina de la cascarilla y el germen, garantizando un producto final de excelencia.
En Portuguesa, plantas procesadoras como Miceven (marca Kaly) en Araure, Harina Micaela en Tierra Buena (Guanare), Harina Mimasa de la empresa El Gustazo en Turén, Doña Emilia de Asoportuguesa en Acarigua, y otras marcas como Fina Ideal, Santoni, Mary, Las Tres Vírgenes, Deli Arepa, DEMASA, Doña Belén, Luccia y Don Jorge, entre otras, cumplen con los más altos estándares de calidad. Estas empresas han implementado tecnologías avanzadas y procesos rigurosos para garantizar que la harina precocida que llega a los hogares venezolanos sea de la mejor calidad.
Sin embargo, es importante señalar que existen denuncias relacionadas con la distribución de harina de dudosa procedencia a través de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP). Estas irregularidades no están asociadas a las plantas procesadoras de Portuguesa, sino a prácticas aisladas de algunas empresas que no cumplen con los estándares requeridos. En muchos casos, estas harinas son producto de un mal procesamiento, donde el grano se muele con impurezas y se almacena en condiciones inadecuadas, lo que afecta su calidad.
Ante esta situación, es fundamental que los CLAP regulen y supervisen la compra de harina precocida, asegurándose de adquirir productos de marcas certificadas y de reconocida trayectoria. La industria de Portuguesa, por su parte, sigue comprometida con la producción de alimentos de calidad, contribuyendo así a la seguridad alimentaria del país.
𝗘𝗱𝗴𝗮𝗿 𝗔𝗹𝗲𝘅𝗮𝗻𝗱𝗲𝗿 𝗠𝗼𝗿𝗮𝗹𝗲𝘀
