Por Froilán Sánchez

Pareciera que los venezolanos padecemos una especie de alzhéimer colectivo. Somos una sociedad, tendiente a olvidar rápidamente, cosas importantes y trascendentes, tal vez, como ninguna otra sociedad del mundo.

Esta afirmación la hago, por el asombro con el que se ha reaccionado, por la desaparición de la bicoca de 3.000 (TRES MIL) millones de dólares, de PDVSA.

Que Tarek El Aisami, ex vicepresidente de la República, ex vicepresidente de economía y ex ministro de petróleo de Venezuela, hasta hace unas horas, esté supuestamente involucrado, directamente, con miembros de su entorno, en el robo de ese dinero, tampoco debe causarnos asombro, sobre todo, si recordamos la calaña gente, que pasado por cargos públicos en la gestión de gobierno revolucionaria.

Solo analicemos, que si la enfermera de Chávez, Claudia Diaz Guillen, junto a su esposo, Adrián José Vásquez Figueroa, escolta del fallecido presidente, tuvieron la oportunidad de embolsillarse, cerca de 300 millones de dólares. ¿Cuánto no pueden haberse robado, los que han manejado la estatal PDVSA u otros ministerios, en medio de tanta impunidad?

Para tener una idea de la cantidad de choros que han pasado por el gobierno, en estos últimos 23 años, jamás debemos olvidar, que cuatro ex ministros de petróleo Chavistas, han sido acusados y encarcelados por ladrones. En diciembre del 2018, murió en los calabozos de la DGCIM, Nelson Martínez, por otra parte, Eulogio Del Pino, aún se encuentra en prisión, Nervis Villalobos, preso en España, por lavado de dinero y Rafael Ramírez, íntimo colaborador de Chávez, huyó del país a Italia y es acusado de robarse, cerca de 5.000 millones de dólares, todos ellos ex ministros de petróleo del Chavismo. Entonces, ¿por qué nos escandalizamos por el caso de El Aisami? Si casi todos han resultado ser unos verdaderos bandidos, según los propios tribunales, fiscalía venezolana y la justicia extranjera.

El Chavismo, siempre ha estado lleno de ladrones y la lista es bien larga, porque además de los ya mencionados, tenemos que recordar que Alejandro «El Tuerto» Andrade, otro ex escolta de Chávez, se robó más de 1.000 millones de dólares, Rafael Isea y Luis Felipe Acosta Carles, ambos ex gobernadores, el ex ministro de la defensa, Raúl Isaías Baduel, fallecido en prisión, Abraham José Shiera Bastidas y Roberto Rincón Fernández, acusados de un desfalco a PDVSA y CITGO, en 2015, los generales Cruz Weffer, Mervin Lopez Hidalgo, Jorge Luis García Carneiro y Manuel Rosendo, todos acusados de robarse el dinero del plan Bolívar 2.000, y donde en un inicio de la investigación, sólo un soldado y un sargento fueron detenidos, además tenemos, los 40.000 millones otorgados por CADIVI, a empresas de maletín. Todos estos escándalos de corrupción son una prueba milimétrica del saqueo Chavista, que pareciera hemos olvidado. Sin contar los agazapados en las gobernaciones y alcaldías.

Los delincuentes difícilmente cambian y mucho menos si no son castigados, por eso es necesario, que seamos nosotros, los ciudadanos, quienes reflexionemos sobre la base, de que votar por un corrupto, es legitimar el crimen, es justificar sus fechorías y es convertirnos en cómplices de sus delitos.

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