Dentro del contexto político que actualmente se gesta en nuestro país, indiscutiblemente ambos bandos ilustran hacia crear y hacer los cambios para el desarrollo del país.
Por una parte, el oficialismo realiza ofertas de que esta vez si van hacia un proceso distinto en la visión país, empero, su constante oferta política se siente desgastada y sin base de argumentos creíbles que puedan sustentar la motivación en los electores. La desaceleración del proceso productivo del país en todos los años del post chavismo (entendido a partir de la muerte del líder socialista-comunista), han generado una dura brecha entre la realidad de la gente y su economía particular, la cual ante el retroceso productivo, ha tenido que sufrir durante más de 15 años, la escasez de los principales productos de la canasta básica, induciéndose a la población, a una suerte de sumisión a las otrora cajas CLAP mexicanas, hasta sucumbir a las actuales bolsas de comida con productos de tercera categoría, que solo enriquecen a los grupos de enchufados. Así mismo, esa población ha sufrido los embates de la falta de electricidad que increíblemente, aún siendo un año electoral, pues nada ha cambiado en relación a este mal servicio público de preponderancia para ese desarrollo económico ofertado. Contando con las largas colas que generó y genera en diferentes zonas del país la falta de gasolina y gasoil. Este panorama se le suma la baja sustancial de una política clara de sueldos y salarios, haciendo que no exista una compensación equilibrada de la relación hora-hombre; llevando al traste, cualquier cálculo favorable al trabajador. No es creíble la oferta oficialista que ha mantenido niveles paupérrimos de la economía, tanto comercial como agraria, haciendo ver durante estos tres últimos trimestres, un supuesto repunte que no es cierto, manteniéndonos por debajo incluso de países como Haití.
Ante este desfile de circunstancias, la oposición ha ido gestando una importante oferta de cambio ante esas agresiones que no pueden ser tapadas con un dedo.
Pareciera más razonable en lo creíble esa oferta; sin embargo, la diatriba política banal y sin sustancia en el caldo, por parte de los actores de la oposición, a la cabeza con la marketingnizacion que ha generado MCM, pues poco ha abonado a entender cómo se lograrán esos cambios a partir de una eventual victoria electoral.
A la sazón, esta disparidad de líderes que no son los actores, son los que diametralmente hacen la campaña política desatada a destiempo; pues por un lado MCM y paralelamente Diosdado, irrumpen en la escena para patrocinar a sus candidatos, generando una fórmula sui generis del nuevo esquema presentado. Es decir, los peones a la guerra mientras que los candidatos en sus respectivas posiciones, se mantienen entre alfiles y caballos que resguardan la batalla.
Estos últimos días, nada se nos ha explicado en cuanto a los pasos necesarios que deberían llevarnos al éxito como país.
Ninguno de los bandos plantea fórmulas viables o teóricas de esa transformación necesaria.
Ni siquiera algunos argumentos sobre la tesis del modelo de Kotter, que pudiera dar algunas luces para el objetivo.
La oposición se entraba en una idea mágica de que al salir de Maduro, pues ya todo está resuelto; pero nada dicen cómo hacerlo. Es necesario plantear estos escenarios en cuanto al sistema político a seguir; obviamente si sabemos que no será el socialismo; empero, es necesario definir a qué tipo de sistema de derecha se pretende construir; ya que de promesas no se puede seguir inventando el desarrollo deseado. Hay una realidad país que no espera fórmulas mágicas, se hace necesario una visión real más allá de buenas movilizaciones revanchistas. Hay que hablarle claro a la gente en cuanto al tiempo y alcance de los posibles cambios, partiendo de un sistema económico viable y claro, y a través de este, plantear que deberán pasar por lo menos 15 años para comenzar a ver alguno de los principales problemas económicos resueltos. Apuntalar una educación más férrea basada en el estudio y esfuerzo, sin facilísimos estadísticos, una política agropecuaria que haga posible la vida y desarrollo del campo; lograr ver de qué manera las inversiones internacionales vengan en un espacio competitivo y de respeto al Estado de Derecho, para lo cual es urgente recuperar la institucionalidad del Poder Judicial entre otros puntos.
Mientras tanto, la fórmula se reduce a un tema de Hamlet; creer o no creer, esa es la cuestión.

Rafael García González. 28/07/24

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