De genuino y necesario se hace ver el pensamiento humano a través de obras de arte. El ingenio de la imaginación y la templanza de la historia a demarcado los hitos de sus acontecimientos. “Tirant Lo Blanch”, obra inédita del Valenciano (España) Joanot Martoreil publicada en 1490, es a rigor del filósofo Martín Riquer, una Novela Caballeresca. Muy anterior a Don Quijote de la Mancha, es alabada por Cervantes justamente dentro del contexto en el ocaso del Caballero Andante, cuando en uno de sus pasajes dibuja el momento del duelo con el Bachiller Sansón Carrasco, a la sazón, “Caballero de los Espejos”, quien vence a Don Quijote obligándolo a regresar a casa.
En este especial pasaje de la obra, se describe el diálogo del cura Pérez y Maese Nicolás, quien era el barbero de la comarca; y es allí donde esta obra de “Tirante El Blanco”, es salvada del incendio de la biblioteca del Quijote. Allí se le da ese carácter magnánimo de haber sido el mejor antecedente del Quijote, quizás inspirador de Cervantes, por ese toque picaresco y chistoso de la obra.
Al imbuirnos en esas excelentes disquisiciones de historias de caballería, no hacemos sino recrearnos en un mundo inexistente pero que prodigiosamente es reproducido en nuestra psiquis; reviviendo sotto voce, la armonía poética y existencia real de estos personajes y sus andanzas. El verdadero metaverso que nos transporta a la realidad mágica creada por la exacta dimensión de nuestro cerebro. Un perfecto viaje al pasado con reminiscencias de un cortometraje sencillo.
Es allí donde discurre la trascendencia de figuras, paisajes y diálogos con los que elucubramos el ser y el deber ser. Una sana crítica y la espontaneidad satírica de la literatura; herramienta fundamental para introducir al lector en ese mundo.
El tan de moda termino del “metaverso”, en estos días en boga; presume una realidad inexistente vinculada a imágenes creadas artificialmente; empero, ya los grandes escritores lo han logrado a través de estas grandiosas obras que apenas comentamos. Por ende, la lectura hace necesaria la relación hombre y realidad mágica. Crea los fundamentos de existencia de lo que lo rodea; donde se funden sueños y esperanzas. Es el encantamiento del flautista de hamelin, que hace seguir esa dirección. La realidad cibernética con la que el mundo moderno invade la mente, se contrapone al esfuerzo necesario del aprendizaje, donde las imágenes van generando un metaverso sin creación humana, una simple inducción al engaño cerebral sin que partícipe de intelecto. He allí la diferencia con un mismo nombre.
Rafael García González