
El título con el que iniciamos nuestra columna, no tiene nada que ver con Kafka, ni con ningún autor de Derecho Procesal. Me quiero referir al “proceso” de vida en el que hemos venido interactuando en estos últimos diez años.
Me preguntaba un alumno de pregrado en Derecho, cual era la relación entre lo sociopolítico y lo económico, adicionando el factor de lo virtual. A simple vista pues parece sencillo el asunto, pero cuando nos adentramos a desentrañar el fenómeno político en la geopolítica actual, pues comienza a ponerse un poco intrincado el tema. Para ello es fundamental establecer los conceptos básicos en materia económica, esto es, saber distinguir entre modos de producción y medios de producción. Por el primero, podemos entender que es la forma en que se organiza la actividad económica en una sociedad, es decir, la producción de bienes, servicios y su distribución. Mientras que medio de producción o capital físico es un recurso económico que posibilita a los productores la realización de algún trabajo, generalmente para la producción de un artículo. Estos conceptos básicos no son nada nuevos y ya Marx y Engels los manejaron en su obra escrita. De manera que la conjunción de una teoría económica parte de un modo de producción el cual puede ser capitalista, liberal, comunista o socialista; cada uno con sus características marcadas y desarrolladas en la actualidad por diferentes estudiosos. El quid de lo aqui planteado, es ir viendo esa incidencia en lo político y en lo social.
En el reciente siglo XX, nuestro país experimentó un impulso hacia la economía de mercados y de índices bursátiles que le permitió durante muchos años altos ingresos petroleros y un desarrollo del aparato productivo industrial, dando paso a las hoy conocidas zonas industriales (hoy casi acabadas) de los estados Carabobo, Aragua, Monagas, Zulia, Bolívar, entre otros. Esto disparó importantes desarrollos sociales de estas ciudades, como beneficio directo de esas actividades por demás importantes. A la par, la capital Caracas, era el asiento del Poder Público Nacional y por ende allí también se manejaba la concentración de la actividad financiera nacional que movía a los medios de producción establecidos. Teníamos entonces un genuino modo de producción capitalista, el cual creaba grandes desigualdades entre los estratos sociales existentes, pero que al mismo tiempo el Estado generaba políticas para tratar de contrarrestar las mismas. Así recordamos periodos de bonanzas y también de descalabro económico, sobre todo a partir de 1983, con el no menos famoso “viernes negro” del 18 de febrero de ese año. Allí comenzamos a darnos cuenta que el “Dólar” era una moneda de dominio, y por primera vez dejó de ser un concepto elitesco para convertirse en una realidad problemática que aquejaba el país, cada vez que se veía su fluctuación a diario, cosa que pasaba desapercibida antes de esa fecha. Abrimos los ojos en esa época quizás de la mano de la televisión a color que a partir también de esas fechas se puso en sintonía en el país. Es decir, ya no veríamos todo en blanco y negro, ahora nuestra realidad económica y social sería a color.
Después de esto, mucha agua ha corrido debajo del puente, y así pasamos de ser una economía reconocida con fortaleza por su matriz petrolera y también gozábamos de un sistema político estable en toda latinoamericana; habida cuenta que la mayoría de países de este continente estaban bajo yugos dictatoriales y militares. Paraguay con Stroesner, Argentina con Videla, Chile con Pinochet, Peru con Fujimori, Uruguay con Gregorio Álvarez entre otros; hacían ver nuestro sistema como infranqueablemente democrático, siendo que a lo interno se generaban grandes diferencias sociales que dieron al traste con los movimientos de insurrección de 1989 y luego el golpe militar del 94, propugnado por el extinto Presidente Chávez. Ya desde el 99 para acá, la historia ha cambiado, y en lo económico quizás han habido más errores que aciertos; sobre todo después de la desaparición física de Chávez y actualmente vemos un “proceso” en el que la economía no aclara hacia dónde va o cuáles son sus parámetros, conllevando con ello otros desaciertos y hasta la desaparición de la cartera ministerial que de la cara por la misma. El BCV, perdió su protagonismo de acción y hoy día la política económica se mantiene anclada en el sector petrolero que a la postre ha sido duramente golpeado, tanto por los factores exógenos de esa geopolítica como a lo interno por los desaciertos de quienes han manejado esos altos intereses del país, evidenciando esta situación, el desgano y desasosiego de la gente ante la perversidad de la falta de gasolina desde hace ya más de 5 años sin que se haya podido dar respuesta al problema y más aún el mismo se vea agravado, alegándose cuestiones de las sanciones impuestas que permitieron los altos índices de corrupción ahora puestos de manifiesto en el PDVSA-GATE por todos conocido.
Este “proceso” nos lleva a ir viendo que en lo político se ha tratado de mantener la tesis por parte del partido de gobierno, de la necesidad de la “lealtad” como concepto necesario para mantener su unidad; empero, la misma ha sido entendida por algunos como de complicidad y corrupción en el manejo de los bienes del Estado.
Ha habido todo un “proceso” que entiende la felicidad de pocos y la pobreza de muchos, las adversidades de una gran mayoría que se queja por falta de buenos servicios públicos pero que no son oídos y menos aún atendidos. Como guinda del pastel, aparece el sistema de gobierno goebbeliano y también gatopardiano, es decir lleno de mentiras fulgurantes en publicidad y flayers pero que semejan hacer para no hacer nada. Mientras la gente continúa paralizada sin poder trabajar porque no hay gasolina, las escuelas sin clases pero los alumnos graduándose y hasta ellos mismos asumen sus ineficiencias al hacer público en las redes pancartas mal escritas como protesta hacia un sistema educativo con una Ministra ostentando paseos por el mundo a placer del uso de divisas y de euros que son de todos. Esta incidencia de lo inimaginable trasciende a la tecnología del metaverso y hasta de la inteligencia artificial; esta última jamás sabría descifrar al “proceso” al que estamos sometidos.
Rafael García González. 11/06/2023
