
En la diatriba de este nuevo mundo convulsionado, que supera las dolencias que ya para el siglo pasado Enrique Santos Discepolo escribía en su canción “Cambalache”, donde mezcla realidades concebidas para lo cotidiano; y de allí sin necesidad de metaverso, da una vuelta a la camisa y desdobla lo sucio con lo no usado como si fuera lo mismo.
Nos viene parte de su letra cuando acierta:
…”Qué falta de respeto
Qué atropello a la razón!
Cualquiera es un señor
Cualquiera es un ladrón”…
de allí que cualquier realidad actual no es coincidencia; más bien es un abrebocas que se topa con los sueños de Calderón de la Barca.
Poeta español que trasciende con su obra, “La Vida es un sueño”, una pieza teatral del renacimiento medieval, donde desde ya consagra los sinsabores del Príncipe Segismundo ante la injusticia de la vida, cuya realidad la vivió en sueños. Hombre privado de libertad por su propio padre, el Rey de Polonia para evitar que se cumpliera la visión de un oráculo.
Él escritor nos brinda su excelsa pieza diciendo:
“¡Ay mísero de mí! ¡Y ay infelice!
Apurar, cielos, pretendo
ya que me tratáis así,
qué delito cometí contra vosotros naciendo;
aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido.
Bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor;
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.”
Con rima espontánea y ajustada realidad, deja entrever el sueño de libertad de un personaje atormentado por su destino. Transcurre así en tres piezas interesantes y profundas, esa dimensión entre lo real y lo soñado.
En este contexto actual, cuántas realidades son sueños y viceversa. Ahora nos avistamos ante otra forma de ver lo que no se ve, allí vive el metaverso ideado en la realidad de lo aparente.
En lo político ha servido para hacer que los sueños sean reales, ya no al estilo de Calderón de la Barca, sino más bien, a través de los flayers y videos acomodados de políticos ante un público minoritario que se encarga de desvirtuar las realidades inexistentes.
Esta tremenda confusión de la profundidad de lo ideal frente a lo ideal, conlleva a una convicción por comentarios y de imágenes inciertas. Triunfa la mentira más allá de los 11 principios establecidos por Joseph Gobbels, en ese itinerario de la tesis del poder. Hay un desarrollo especial en estas tesis de la información falsa que sirve para lo real. Allí el verbo contagioso de quienes se dicen revolucionarios para estar al lado del pueblo, son los primeros que traicionan los principios de la lealtad a la verdad y de la lucha. Su única visión es su bienestar personal para obtener prebendas y disfrutar del poder.
Funcionarios que no trabajan ni hacen nada más allá de autogestionarse sus negocios propios a través del poder político.
Acá en Portuguesa no se escapan simples consejales que se olvidaron de sus electores, diputados al Consejo Legislativo que degradan la condicion del cargo que representan y más aún ni siquiera saben de que se trata; peor aún, diputados a la AN, que nada de nada hacen más allá de venir a actos de apoyo político pero jamás se bajan de sus camionetas para ver las realidades de quienes siguen soñando a través de imágenes en las redes y esperando la mano de la verdad que libere el laberinto de Segismundo.
Rafael García González.
