Ha sido prolongado este periodo de la quinta República, proceso que enarboló banderas del Socialismo del Siglo XXI, en una suerte de panacea a la solución de ingentes problemas que por siempre aquejan al país.
Nos subimos en ese autobús y apoyamos las ideas de cambio y participación protagónica de la gente. Comenzamos viendo los ataques a las élites de capital destruyéndose paso a paso todo un eje de los dueños del valle.
El Plan Bolivar 2000, terminó siendo la primera escaramuza de corrupción que quizás vaticinaba lo que estaba por venir.
Voces de diferentes escenarios esgrimían una visión hacia lo que era y es Cuba. Los más incrédulos (entre los que me cuento), apostábamos a que no era así. Que solo eran los ataques de una elite de poder que no se resignaba a perderlo.
El esquema impuesto por Chávez avivando consignas de los años 60, y políticas Cepalistas superadas por resultados malignos y de retroceso económico, terminaron imponiéndose y con ello, la estructura nueva del sistema.
Toda una secuencia ordenada de acontecimientos que poco a poco incidieron en la transformación de la vida tranquila y en paz que teníamos los venezolanos, transformados por una euforia divisionista entre nosotros mismos.
“O estás conmigo o en mi contra,”fue la consigna mágica para establecer rupturas políticas, sociales y hasta familiares. La profundización de viejas formas de lucha para hacerlas ver como exitosas, aparecieron. La reivindicación de guerrilleros y de algunos luchadores sociales, que sin negar su pensamiento y actitud a una realidad de sus momentos, pues tampoco fueron héroes o ejemplos a seguir en mucho de los casos. Otros, muy pocos de ellos, debe reconocérseles su lugar en la historia porque así se lo ganaron, pero de estos son pocos; el resto como ya vemos, han sido aprovechadores de esas aventuras tomadas para ilustrar una supuesta lucha del pueblo.
Mientras tanto ese pueblo dormía entre CADIVI y la bonanza de precios petroleros que a la postre nada trajeron de beneficio al país.
Desde la dictadura de Perez Jimenez, poco hemos visto en obras de envergadura; quizás la que pudo haber sido emblemática yace moribunda al lado de la autopista centroccidental; me refiero al tren que uniría Caracas con el interior del país. Quizas los puentes sobre el Orinoco, hechos por la empresa brasileña famosa en corrupción mundial, salvan un poco la queja.
Son tiempos que devienen en acontecimientos donde el centro ha sido manejar a las masas con un contenido de quebrar su historia. De hecho hasta ciertas fechas han sido cambiadas y creado otras. Obviamente, no podía faltar la creación de nuevos mártires alguno de los cuales nada aportaron más allá de arengar consignas y ganar un puesto en la AN, y luego por cosas del destino murieron; de allí la creación casi de héroes de independencia. Toda una fórmula del mal que ni el propio Dante pudiera haber imaginado.
Actualmente, nos debatimos en fórmulas de subsistencia para paliar la crisis que oprime a todos. No hay duda de que todo marcha al revés y nada tiende a lo razonable. Los peores en hoja curricular ocupan los espacios del poder político, impuestos por ese poder mediático que impone la maquinaria del partido oficialista. Así las cosas, perdemos día a día esa forma específica del quehacer venezolano, sus valores y principios, su educación y formación familiar. Perdemos esa visión de alto nivel de nuestros profesionales porque NO PASA NADA. Se impone lo chabacano y de mal gusto a pesar de que en Caracas los nuevos ricos abran tiendas de marca y conduzcan Ferraris y Lamborghini; NO PASA NADA. Solo flayers y voces diciendo que todo está bien y que vamos por buen camino. Al final nos preguntamos cómo Hemingway, por quien doblan las campanas.
Rafael García González