José Saramago, escritor portugués premiado con el Nobel de Literatura en 1998, trascendió entre sus obras la denominada “El Evangelio según Jesus”. Allí recoge vivencias adaptadas en su arte sobre la vida de uno de los hombres más trascendentes de la historia mundial.
Gracias a él, se partió la historia en un antes y un después. Hablamos comúnmente de antes de Cristo o después de Cristo.
Jesús evidenció una vida que describe la biblia de forma inmaculada, perfecta, sin distorsiones; un imperativo imposible en lo que respecta al día a día de la vida normal.
Bíblicamente quizás había un interés particular de hacer ver a Jesús poco más que un héroe de Marvel, una mezcla de simbolismo de lo bueno, lo cual Saramago aprovechó para desvirtuar a su manera esa línea inmaculada. En su obra, vemos a un Jesús como hombre local y terrenal, dentro de las vicisitudes propias del amor humano y amor de hombre hacia la mujer, Magdalena con quien allí hace vida marital. Quizás estos aspectos generaron el veto de esta obra por el Departamento de Cultura de Portugal.
El interés de la cita in comento viene dado por la representación sencilla de lo humano y lo divino en conjunción con anteriores pensamientos filosóficos como el de Thomas Hoobes. Él, encuentra en el Leviatan, la figura suprema del poder superior traducido al omnimodo poder del Estado.
La suprema expresión de la naturaleza buena y mala del hombre en sociedad ungida en un arquetipo de la guerra de todos contra todos en un mundo desigual y despolarizado.
Esa acometida del insigne escritor portugués, en la búsqueda de una visión más auténtica de un icono y fundador de paradigmas sociales que anteponía su sagacidad e inteligencia en una época de la que Hobbes describe en esa eterna guerra de todos contra todos, debía tener un final que demostrara la fuerza del Estado frente a lo divino del poder Dios, de allí que Roma irrumpe en una suerte de súper estado, el Leviatan que podía todo, hasta crucificar y dar muerte al propio hijo de Dios.
Se derrumbaba así una estructura monoteísta y se mantenía la supremacia de Marte y la corte de otros Dioses del Mediterraneo.
En el tiempo, no podía aceptarse que Jesús haya sido un hombre normal; no podía por ende haber sido un Niño que jugara con otros ni un adolescente simple entre su descubrimiento a los placeres del sexo y el acné.
Tal como lo comenté, la mente suprema de Hollywood debía asumir la batalla heredada de Hobbes; debía crear los superhéroes tal como Roma necesitó muchos dioses.
La imagen del monoteísmo perdía fuerza para los requerimientos del capital. Había que crear los súper Dioses más allá de lo humano. Con la necesidad de poder salvar al mundo y de que ese Mundo estuviera en deuda.
Jesús y el Leviatan figuran entre formas paralelas de poder; uno bíblicamente real, el otro filosóficamente ajustado.
Ese debate de la supremacia del Estado se observa hoy día en un contexto de los mismos criterios de Hobbes, es decir un mundo lleno de guerras de todos contra todos. Guerra ésta, no necesariamente sujeta a armas mortales (aunque admitimos que también están ahí), más por el contrario esa guerra de los hombres en el día a día; enfrentado a sus necesidades básicas, en un mundo donde lo humano queda de lado por la preeminencia del capital.
Las duras insignias de nuevos generales traducidos en las redes sociales y el ámbito de acudir a la dualidad de nuevos Dioses: el Dios Dinero y el Dios Google .
Este nuevo mundo enfrenta la naturaleza de la muerte del hombre en su esencia hacia uno vacío y sin conciencia. Ya no es el Jesús de Saramago imbuido en la realidad social; en este nuevo evangelio actual Jesús muere y el Levitan se levanta en su existencia genuinamente poderosa del Estado Supremo. El Estado del Nuevo Orden sin cortapisas ni sensaciones. Un Estado indolente regido por gente vacía; donde esa guerra Inter humana se anota éxitos en su autodestrucción. Es el nuevo sistema de un Hobbes más despiadado. Habrá que esperar una nueva obra de Saramago que describa la realidad del Leviatan de la comunicación que destruye antes del juicio justo. Un Levitan recargado como Matrix suspendido en el oro y la capa de ozono sin reguardo. Quizás Dios tenga una respuesta que aún la fe espera.

Rafael García González.

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