
Se fue con su madre; los sentimientos de Trauma intenso, confusión, rechazo y negación; embargan hasta los que nos dedicamos a este oficio, y todo, por un sinsentido; que pareciera hacer común en nuestra tierra, en nuestra era, la irresponsabilidad colectiva que permite la muerte de dos inocentes que, la primera, apenas había conocido el amor y la segunda, solo lo sentirá, tal vez y es suficiente, en las manos del padre eterno.
Como se sabe, una madre de 16 años tuvo un accidente en Villa Araure, con 33 semanas de gestación y que viajaba con Miscasias Palacio, de 40 años de edad, en una moto; por la avenida principal de Villa Araure, donde junto a su bebé, encontraron la muerte.
La chica de 16 años ingresó a la sala de emergencias del hospital Jesús María Casal Ramos, donde los médicos trataron de salvarle la vida y para preservar la vida de la bebé, practicaron una cesárea de emergencia, pero ni los más grandes esfuerzos sirvieron, para evitar lo inevitable, un accidente que sin duda, debe llamarnos a reflexión.
No es hora de las culpas, es hora de razón. Como periodistas y como medio de comunicación, no es hora ni hoy, ni nunca; de impulsar un circo mediático a ver quién consigue más «me gusta», en torno a la muerte de inocentes.
Hoy reclamamos desde portuguesaaldia.com, la insistencia en qué, las autoridades deben hacer cumplir las leyes, en que es la sociedad que debe sancionar, corregir y estimular el uso de nuestras calles y avenidas. Hoy hay luto colectivo por esta tragedia que no debe, jamás, volver a ocurrir.
Pero además reclamamos y con justa razón; que las noticias sobre tragedias o catástrofes suponen uno de los mayores retos para los periodistas. Son situaciones límite en las que deben conjugar el derecho inalienable a la información veraz con otros derechos, también inalienables, como el respeto a la intimidad de las personas que sufren.
Para ello, el papel de los propios profesionales es trascendental, pero también lo es el de las empresas audiovisuales. Los Periodistas deben tener claro que ante un suceso trágico, los implicados reaccionan en público, pero eso no quiere decir
que estén haciendo pública su reacción. El buen informador es el que sabe discernir qué es noticia, qué preguntar, cómo y cuándo hacerlo y, llegado el caso, cómo difundirlo.
La corresponsabilidad también es del que consume la noticia y opina con morbo; sobre situaciones que deben en todo caso, acercarnos a Dios.
Édgar Alexander Morales
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