Por Miguel Ángel Morales

Como venezolanos, no podemos negar la emoción y el orgullo que sentimos al ver a nuestra selección nacional, la Vinotinto, brillar en la reciente Copa América 2024. Aunque no soy un experto en fútbol, creo que esta histórica participación de la Vinotinto merece ser reconocida y celebrada.
Durante esta competencia, la selección venezolana logró algo verdaderamente notable: clasificarse a la siguiente ronda con tres victoriosas y un desempeño excepcional. Con siete goles a favor y solo dos en contra, la Vinotinto demostró su calidad, su determinación y su capacidad de competir al más alto nivel.
Más allá de los resultados, esta participación tuvo un impacto mucho más profundo en nuestro país. Por 90 minutos, Venezuela se unió en torno a su selección, olvidando las diferencias y las divisiones que suelen marcar nuestra realidad.
Solo durante sus partidos, los venezolanos dejamos de pensar en las diatribas de la política y nos concentramos en el sueño de ser una Venezuela grande, en una Venezuela reconocida en el futbol de alto nivel.
Escuchar el nombre de Venezuela resonar en los estadios, acompañado de los cánticos y el apoyo incondicional de los aficionados, fue una experiencia verdaderamente conmovedora.
La Vinotinto se convirtió en un símbolo de esperanza y unidad para todos los venezolanos. Rafa Romo, el gigante de Turén, y Yeferson Soteldo, el crack de Acarigua, se convirtieron en héroes nacionales, representando la fortaleza y el talento de nuestra tierra portugueseña. Esta selección nos hizo soñar con la posibilidad de ver a Venezuela clasificar por primera vez a un Mundial de Fútbol.
Como portugueseño, siento una profunda emoción al presenciar el crecimiento y el desarrollo de nuestra selección nacional. Sé que aún hay mucho camino por recorrer, pero esta participación en la Copa América 2024 ha sido un gran paso adelante. Debemos seguir apoyando a la Vinotinto con nuestra fe y nuestro entusiasmo, para que sigan escribiendo páginas gloriosas en la historia del fútbol venezolano.
En momentos en los que nuestro país enfrenta tantos desafíos, la Vinotinto ha sido capaz de unir a los venezolanos y de brindarnos motivos para creer en un futuro mejor. Gracias, Vinotinto, por permitirnos soñar una vez más y por ser el orgullo de nuestra amada Venezuela.

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