Somos herederos de algunas prácticas que con el pasar del tiempo han contribuido con el deterioro de las instituciones públicas. Somos herederos del “No me den, póngame donde hay”, o del “Cuánto hay pa’ eso”, “Dame pa’ los frescos” y para los mas viejos el “Orquideate a la derecha”.
Prácticas que poco a poco se quedaron en la cotidianidad y que se hicieron parte de nuestro día a día. Llegamos a aceptar que la postulación a un cargo público significará que de la noche a la mañana algunos funcionarios exhibieran grandes lujos y fortunas sin poder justificar la procedencia de esas riquezas.
Miren a su alrededor y les sobrarán ejemplos, ejemplos que se verán reflejados en las nuevas generaciones si no cortamos este circulo vicioso. Y es que la calidad de un país no se mide por sus riquezas, sino por su materia prima y a mi modo de ver, nuestra principal materia prima es nuestra gente.
Venezuela, un país rico en recursos naturales y belleza, se encuentra enfrentando una crisis sin precedentes. La lucha política y la corrupción han sumido al país en la miseria, afectando a su gente de manera devastadora.
Muchas veces se ha dicho que la calidad de un país no se mide por sus riquezas materiales, sino por la calidad de su gente. En este sentido, Venezuela destaca por la fortaleza y la resiliencia de su pueblo, que a pesar de las adversidades sigue luchando y trabajando por un futuro mejor.
Sin embargo, la clase política ha demostrado estar más interesada en mantenerse en el poder a cualquier costo, incluso si eso significa destruir por completo las instituciones públicas y sumir al país en el caos. Las medidas extremas, como pedir invasiones o sanciones, son consideradas como soluciones válidas por algunos sectores, sin importar las consecuencias que esto pueda tener para la población.
…Pero Venezuela Tiene Futuro
Claro, es importante recordar que la responsabilidad de sacar adelante a Venezuela recae en todos nosotros, como ciudadanos.
Debemos reflexionar sobre nuestra contribución a la situación actual y buscar maneras de colaborar en la reconstrucción del país. No podemos seguir esperando soluciones milagrosas o mesiánicas, sino que debemos asumir nuestro rol activo en la construcción de un futuro mejor.
Es hora de dejar de lado las divisiones políticas y trabajar juntos por el bienestar de todos los venezolanos. Solo unidos podremos superar los desafíos que enfrentamos y construir una Venezuela próspera y en paz.
La calidad de nuestro país no está determinada por sus recursos naturales, sino por la calidad de su gente y es a esa hermosa gente que hoy quiero invitar a reflexionar acerca de los destinos de nuestra nación.
Nuestro destino no está en manos de otros, de potencia extranjera alguna, sino de nosotros.
Debemos rescatar los valores fundamentales de la convivencia; el respeto por los demás, el cumplimiento de las leyes como ciudadanos ejemplares y como padres sembrar estos valores en nuestros hijos desde el hogar.
Es hora de demostrar de qué estamos hechos y trabajar juntos por un futuro mejor para todos.
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