
El presidente del imperio más poderoso del mundo, Donald Trump, ha vuelto a poner sobre la mesa una situación que, desde el punto de vista armamentístico, puede parecer una demostración de fuerza, pero desde lo moral, deja mucho que desear. La reciente decisión de revocar la licencia de Chevron para operar en Venezuela no es más que otra de sus famosas «pataletas», una estrategia que parece ser su marca registrada.
Trump, quien parece jugar a ser presidente como si fuera un niño caprichoso, ha demostrado una y otra vez que su forma de gobernar se basa en berrinches y bravuconadas. Recordemos su reciente rabieta con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, o sus constantes desencuentros verbales con el gobierno de Canadá. Incluso, como un muchacho de barrio, no ha dudado en meterse con la presidenta de México, creyendo que podría intimidarla. Pero la jefa azteca le ha demostrado que tiene la falda bien puesta —o mejor dicho, las pantaletas— al plantarse firme y exigir respeto para su pueblo.
En mi círculo de amigos, he venido diciendo que todo esto no es más que una treta de Trump para replantear un acuerdo energético con Venezuela, pero bajo sus términos. Claro está, quiere que todo lleve su sello, porque su anterior adversario, aunque mascando el agua, tiene más cerebro que este «pichón de rey» que gobierna Estados Unidos. No es que defienda a Joe Biden, ¡Dios me libre! arrastraros ante el imperio norteamericano como lo hizo el expresidente peruano Pedro Pablo Kuczynski, quien se asumía «cachorro» ante los intereses de Washington.
Ayer, los «zatrapás» de los medios de comunicación venezolanos se dieron bomba publicando en letras grandes y negritas que Trump le daba 30 días a Chevron para desinstalar sus operaciones en Venezuela. Pero, coño, nosotros los periodistas debemos saber de todo un poquito, y al menos lo que yo sé es que es imposible desmantelar en 30 días todo lo que tiene esa empresa transnacional aquí. Sin embargo, hay periodistas y políticos de pensamiento escatológico que aún esperan al dizque «presidente electo», quien dijo que vendría el 10 de enero, aunque no especificó de qué año. Entre pitos y carrozas, escriben contra Venezuela porque les da arrechera que la gente se divierta. Les arde el fiestón que montó Primitivo en la Avenida 13 de Junio el lunes y el que organizó anoche en Biscucuy, les duele que el pueblo sea feliz.
Por eso, «le halan el muñeco», como dijo el impresentable George Harris, a Marco Rubio. Es lo único que les queda: sobarle el escroto al gusano republicano, quien, por cierto, mínimo le gusta a un venezolano, y su arrechera contra Venezuela, es que este no le correspondió, sino, deben otra explicacion del por qué tanto odio.
En conclusión, la revocatoria de Chevron es otra jugada más en el tablero geopolítico de Trump, pero Venezuela ha demostrado que no se deja intimidar. Aquí seguimos, firmes y resistiendo, mientras los medios y los políticos de oposición siguen esperando un milagro que nunca llegará. Hoy es 5 de Marzo… nuestro respeto a un verdadero líder, Hugo Chávez Frías.
𝗘́𝗱𝗴𝗮𝗿 𝗔𝗹𝗲𝘅𝗮𝗻𝗱𝗲𝗿 𝗠𝗼𝗿𝗮𝗹𝗲𝘀
