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A la sombra de la historia política del expresidente Luis Herrera Campíns, hombre público nacido en esta ciudad el 4 de mayo de 1925, se teje una memoria más íntima y sabrosa: la del hombre que gobernó Venezuela con la cuchara y la sabiduría popular siempre a mano.⁣

Más allá de su legado como abogado, periodista y fundador de COPEI, Herrera Campíns fue un criollo auténtico, cuyo paladar era un fiel reflejo de la tierra que lo vio nacer. Su menú predilecto era un recorrido por la geografía y la tradición venezolana. En su mesa no faltaban el pabellón criollo, la sustanciosa torta de plátanos, la arepa pelada acompañada de queso de mano, el sabroso mojo trujillano y las sopas de granos, reconfortantes y contundentes.⁣

Platos como el hervido de gallina, la hallaca llanera, el pisillo de chigüire o el palo a pique no eran solo alimentos para él; eran vínculos con sus raíces llaneras y andinas, una conexión tangible con el sabor de Venezuela que siempre llevó consigo, incluso en los salones de Miraflores.⁣

Torontos, hijos y un imaginario popular equivocado⁣

La figura característica del presidente Herrera, a menudo mencionada en tono familiar, alimentó una anécdota que su círculo más cercano se encarga de aclarar con una sonrisa. Si bien era conocido por su complexión robusta y su amor por la buena mesa, la creencia popular de que llevaba los bolsillos llenos de torontos (los dulces de maní y chocolate) para su propio consumo era, según su familia, «totalmente falsa».⁣

La realidad revela a un padre detallista y pendiente. Aquellos dulces, al igual que los chocolates, eran «chucherías» que llevaba a sus hijos, un gesto de cariño que el ojo público malinterpretó. La imagen del presidente glotón se desvanece para dar paso a la del padre amoroso, cuyo verdadero pecado era consentir a su familia.⁣

⁣𝗨𝗻 𝗲𝘀𝘁𝗮𝗱𝗶𝘀𝘁𝗮 𝗿𝗲𝗳𝗿𝗮𝗻𝗲𝗿𝗼⁣


Su forma de comunicar estaba impregnada de la sabiduría llana del pueblo. Don Luis era un refranero viviente, y sus frases quedaron grabadas en la memoria colectiva. En sus discursos y conversaciones era común escuchar: «Tarde piaste pajarito», para señalar una oportunidad perdida; «El que le pega a su familia se arruina», reflejando su convicción sobre la importancia del núcleo familiar; «El que quiere salir se asoma», llamando a la proactividad; «La peor reunión es la que no se hace», destacando el valor del diálogo; o el contundente «A ponerse las alpargatas que lo que viene es joropo», preparando al país para tiempos de trabajo duro y ritmo acelerado.⁣

𝗨𝗻 𝗹𝗲𝗴𝗮𝗱𝗼 𝗱𝗲 𝗼𝗯𝗿𝗮 𝘆 𝘁𝗿𝗮𝗱𝗶𝗰𝗶𝗼́𝗻⁣

El presidente Luis Herrera Campíns, quien falleciera en Caracas el 9 de noviembre de 2007, dejó huellas concretas en el desarrollo nacional, como la inauguración del tramo ferroviario Yaritagua-Acarigua el 6 de marzo de 1983, una obra que soñó para conectar a su gente.⁣

Hoy, Acarigua lo recuerda no solo como el estadista, sino como el hijo pródigo cuyo corazón latía al ritmo de un joropo, cuyo espíritu se nutría de refranes y cuya mesa era un altar donde se veneraban los sabores más auténticos de Venezuela. Un hombre que, en definitiva, gobernó con la arepa en una mano y la sabiduría del pueblo en la otra.

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