
José Gregorio Palencia Colmenares.
Escritor, poeta, conferencista y articulista de medios.
“Una filosofía de la humanidad se distingue de una filosofía del hombre por su insistencia en el hecho de que no es un Hombre, hablándose a sí mismo en diálogo solitario, sino los hombres hablándose y comunicándose entre sí, los que habitan la tierra”
Hannah Arendt
Los escenarios de las tribunas políticas en nuestro país, hace bastante tiempo ya; se han convertido en montículos desde donde se pretende cambiar, con un lenguaje encendido y altisonante, ciertas conductas adoptadas por un segmento muy pequeño de la sociedad venezolana, en valores propios de lo que algunos en forma jocosa, yo diría que irresponsable, denotan como parte de la venezolanidad.
El “viva pepismo”, “cuanto hay pa`eso”, “yo no quiero que me den, sino que me ponga donde haya”, son características inherentes de una minoría estridente, los cuales con mucha facilidad logra impregnar de un malestar injustificable pero muy efectivo a la otra enorme porción de los venezolanos, estos no son parte de ese comportamiento, estos no solo lo padecen si no que tienen cargan con la vergüenza de la generalización estigmatizadora.
De manera increíble, se profieren hasta amenazas en contra de aquellos desadaptados que sean atrapados o descubiertos causando tropelías con los recursos que deben llegar a todos los ciudadanos de este país, como si con eso se pudiera alcanzar el resultado de pasar un borrador por la conducta de esos “ciudadanos”, lo que sin duda es un decir.
Al parecer, nuestra dirigencia política, toda, incluyendo Tirios y Troyanos, desconoce u obvia un pequeño detalle LA EDUCACIÓN.
El cuerpo de lo que sería un ente común, llamado sociedad venezolana, necesita con urgencia acometer una tarea nada sencilla y además su resultado tiene que pasar por un periodo de larga fecundidad.
Por lo general, tenemos la creencia que los elementos que conforman nuestro comportamiento individual y luego por agregación colectiva son naturales y hasta obvios, nada más alejado de la verdad.
Ciertamente nacemos con un carácter natural, lo cual es considerado como una lotería, por tanto, debemos como individuos, abocarnos a la tarea de forjar el carácter llenándonos de peculiaridades que nos predispongan a actuar con prudencia o con justicia siempre. Y aunque es una parte individual esencialmente es intersubjetiva, la hacemos entre todos.
Como dije anteriormente, la tarea es bastante ardua y de largo aliento, que debe ser acometida desde el hogar y las aulas desde edad muy temprana, pero existen normas o comportamientos que debemos empezar a considerar desde este mismo momento para pretender un cambio real y efectivo en este sentido.
El liderazgo político tiene una gran responsabilidad en esta tarea. Enrique Dussel afirma: la política tiene un gran componente de comportamiento imitativo. Desde esa verdad nos colocaba como ejemplo de que el que le carga el maletín al jefe civil termina caminando como él.
No se puede ir por allí lanzando consignas que nos inviten a la construcción de valores, y en nuestro accionar permanente estar realizando todo lo contrario, el político está condenado a ser coherente.
Las virtudes debemos adoptarlas en nuestra vida diaria, entonces las veremos reflejadas también por proceso imitativo en nuestra sociedad. El empresario empezará a ser ético, el padre y su hijo, el estudiante y el profesor.
Como mencioné anteriormente, si son procesos de impregnación las conductas desafortunadas, ergo también lo son las que nos conducirían a la construcción de virtudes y estas a la excelencia.
Decía una persona un falso dilema:
“Como educo a mi hijo en la honradez y la honestidad si el entorno está condicionado para todo lo contrario; en Venezuela ser honrado es sinónimo de ser pendejo, y yo no tengo vocación de educar mi hijo para el suicidio”.
Como el gobierno en nuestro país está ejercido por los políticos y estos emanan de las organizaciones políticas, es imperativo que ellas se transformen en micro sociedades donde la práctica de las virtudes se convierta en un valor. Ahora, para convencer al militante de que esto es de esta manera, la dirigencia debe estar convencida, porque quien está poco convencido convence poco.
Estamos obligados a construir la fórmula que en realidad nos conduzca a construir una sociedad de valores mínimos de virtudes, en el entendido que, por mínimo son aquellos que nos separan de las bestias.
Debemos entender que los elementos de la situación del comportamiento tienen más de una arista, y que esta es solo una de ellas.
Pero si un matemático, físico o químico en la construcción de una formula se equivoca en un valor o un signo de la ecuación, el resultado sin duda será catastrófico y no es el destino que como buenos hijos de esta tierra necesítanos, ni merecemos.
Recuerden que ser felices es gratis.
Paz y bien.
