
Iván Colmenares
“Un mensaje de texto / me dice / que te has ido; / pero / 78 campanadas de tu edad, / me dicen / que vienes todavía; / y aquí estamos todos / esperando la invención / de una nueva fiesta. / Sacándole cuenta a la vida, / ¿cuántos serán las del futuro / traídas en ofrendas / por los hilos del pasado? / Fugaces días / que se alejan / en el eterno tiempo, / y estos recuerdos / labrados, están vivos; / ¡muy vivos!, en la dura vida.”
“Requiescat en tus celestes carnavales” fue el homenaje de nuestro Premio Nacional de Literatura, Stalin Gamarra Durán, al creador, al mago, al genio, al artífice del mejor rostro de la guanareñidad, a Edgar José Cadet Guédez, eternamente Edgar, quien nos dejó el pasado primero de junio. Qué le puedo agregar a su grandeza, cuando casi todo se lo dije en vida. No sé qué parte de la tierra, del alma, del dolor, de la alegría, no conoció “el viejo men” de quienes en mala hora nos lo secuestraron, cuando era el presidente de Corpoturismo en la gestión que presidí como Gobernador del Estado, memorias que nos quedó debiendo, quizás para no recordar ese tenebroso pasaje de una vida forjada para la alegría y para el espíritu.Tobías Gásperi afirma que “somos muchos los que fuimos devorados por su fuerza creadora y metidos en ese torbellino creativo. No tendremos nunca la certeza de la grosera cantidad de personas tocadas por Edgar en el mundo cultural, de la cantidad de proyectos que él solo, logró concretar de manera afectiva y eficiente…tenía la facilidad de detectar el potencial talento y luego delegar la continuidad de ciertas tareas para que su capacidad creativa siguiera concretando”. Fanny Medina, rectora de su Museo dice: “Edgar era la palabra poblada, era de uno y mil países. Su corazón siempre atento a la escucha de una tierra que palpita, retenido y alimentado en sus raíces. Allí materializaba los sueños de construir los ecos del mundo en este trozo de su Guanare de siempre, bajo el reír de las gaviotas…Sus manos abiertas, al contorno de los colores, donde encuentra las dimensiones secretas, perpetuando lo absoluto de un instante…Cómo olvidar jamás, la faz indisarraigable de este hombre tan nuestro, que late entre estas líneas que perennizan la herida de su ausencia”. Pues sí, se nos murió Edgar Cadet. Digo que he derramado lágrimas de desventura colectiva, que he escuchado hasta el cansancio a Alberto Cortez y Facundo Cabral con el canto “Cuando un amigo se va” y la Elegía que Miguel Hernández le compuso a quien tanto quería y que Joan Manuel Serrat interpreta con ternura y con tristeza, y que he releído “Los Heraldos Negros” de César Vallejo: “Hay golpes en la vida tan fuertes…Yo no sé”. Se fue el creador, el genio, el mago, el Rey Midas del arte popular, el símbolo de la guanareñidad más contemporánea, el artista plástico, la luz que encendió el Mascarada, el espectáculo de calle más grande, más familiar y más sano de Venezuela, del grupo Totuma, de la Serenata a Guanare, la Feria del Arte, la discoteca El Ruego, Pueblo Llanero, La Posada del Reo, la Posada del Cabrestrero, el Museo Arqueológico que lo robaron en estas administraciones rojas, el Centro de Convenciones, las calles empedradas de la Plaza Bolívar, el fundador de la Corporación de Turismo de Portuguesa, el de las inquietudes literarias, el presidente del Ateneo Popular, el profesor de Educación Artística, el director y actor de teatro, el de un talento gigantesco que no sé como cabía en ese ser tan pequeño de tamaño y tan grande de corazón, que no exhibía esa riqueza ética, creativa y guanareña que poseía. A Rosita la compañera que le trajo el amor permanente y sus dos hijos Patricia y Carlos, a sus hermanos, a su familia, gracias por permitir que Edgar siguiera siendo el representante más genuino de Guanare en los últimos 60 años. A ese ser humano excepcional, a ese personaje espectacular y único, a ese generoso amigo, a ese ciudadano comprometido con su país, cuyo anhelado cambio no vio llegar, a esa nobleza andante, gracias por existir y por permitirnos estar contigo en muchos caminos, desde la fundación del MAS hasta hace poco, cuando el sol de esta llanura entristeció a la hora menguada. PD: Debo reconocer el gesto de la actual Presidenta de Corpotur, por esa hermosa despedida a Edgar. Se merece eso y mucho más, este gigante nuestro, del arte, del color, de la música, de la vida.
