Homar Garcés / Maestro Ambulante

En torno de la figura y los aportes del General en Jefe Manuel Piar al logro de la independencia de Venezuela no basta reconstruir los acontecimientos en que estuvo envuelto y que, a la postre, determinaron la decisión del Libertador Simón Bolívar de ordenar su sometimiento a un Consejo de guerra, sin que exista un análisis serio y profundo que contribuya a una mejor comprensión de la historia nacional y cómo esta, a su vez, podrá elevar la conciencia popular respecto a los sucesos presentes y futuros que nos tocará vivir y definir como pueblo soberano. Ciertamente, el vencedor de las batallas de El Juncal y de San Félix ha sido objeto, con distintos propósitos, de estudios por parte de una gama variada que generalmente tropiezan (y pocos salen airosos) respecto a las causas reales que motivaron el comportamiento controvertido de este prócer, sin cuyos triunfos militares en el Oriente del pueblo se habría hecho más dificultoso el tránsito a la unión de la Nueva Granada y Venezuela, dando nacimiento a la República de Colombia en la antigua Angostura, en las márgenes del Orinoco. Sin embargo, el esfuerzo de estos historiadores y estas historiadoras suele confundirse con los mitos creados y repetidos por la tradición oral, en especial en lo que respecta a su origen familiar, siendo éste uno de los elementos que se toman en cuenta para explicar los resultados del juicio ordenado por Bolívar. Entre esta gama de historiadores e historiadoras destacan, no obstante, Asdrúbal González (autor de “Manuel Piar”), María Magdalena Zambrano (autora de “Manuel Piar. Gloria y extravío de un héroe ), Yolimar Gil Amundarain (autora de “El ocaso de un Libertador: Aspectos históricos en torno a la figura de Manuel Piar”), Hildelisa Cabello Requena (autora de “Manuel Piar y su trance al más allá”), Aldemaro Barrios (autor de “El General en Jefe Manuel Piar: aproximaciones para una historia”), Yolanda Salas (autora de “Manuel Piar, el héroe de múltiples rostros: una aproximación histórica desde la perspectiva de la conciencia colectiva”), Antonio José Valdez Mederico y Alonso Hipólito Valdez Mederico (autores de “Piar y Bolívar: la verdad histórica de la Campaña de Guayana 1816-1817”) y Héctor Bencomo Barrios (autor de “Perturbaciones en torno al General Manuel Piar” y “Cronología vital del General en Jefe Manuel Piar”), entre otros de no menor relevancia, quienes han escudriñado los pormenores de la vida de Manuel Piar más allá de la simple referencia a sus hazañas como Libertador de Guayana, manteniendo vivo el interés por su historia y lo que ésta significó para afianzar la lucha revolucionaria independentista. Aparte de las investigaciones antedichas, resalta la historia fabulada de “Piar: Caudillo de dos colores”, escrita por Francisco Herrera Luque, quien expone en sus páginas datos que habitualmente no son tomados en cuenta, pero que no dejan de ser interesantes y polémicos, como el supuesto parentesco existente entre Bolívar y Piar, además del linaje de éste que lo entroncaría con la monarquía portuguesa. No obstante, la ausencia de fuentes documentales confiables y verificadas hace que estas posiciones se mantengan a través del tiempo, sin muchos avances para aclararlo todo.

Con una sola derrota a cuestas en el campo de batalla, el General Piar comanda un heterogéneo ejército donde convergen negros, pardos, mujeres e indígenas, sin distinciones basadas en el color de la piel o el origen de las personas (lo que recuerda a José Tomás Boves aunque haciendo hincapié en sus diferencias esenciales y propósitos), un ejército por demás mejor adiestrado y conducido por el oficial de mayor prestigio de las fuerzas patriotas, lo que supuso, para algunos historiadores, una rivalidad con Bolívar, el Jefe Supremo de En este aspecto, Piar resalta como uno de los próceres que mejor comprende los alcances de los ideales revolucionarios de la lucha independentista emprendida a partir de 1811 cuando se proclama la ruptura con el régimen colonialista de España. Como base de esta afirmación podrá presentarse su Proclama a los indios de Tupupuy y de las demás misiones desde el Cuartel General en Upata el 7 de febrero de 1817 donde leemos: “El gobierno español se ha acabado: la Patria está ya libre, y vosotros que sois sus hijos primitivos debéis ser los primeros que gocéis de la libertad, de los privilegios y derechos. Hasta ahora habéis estado sujetos al capricho de los capuchinos que, no contentos con ejercer su ministerio espiritual, os oprimían reduciéndoos a esclavos: en adelante no será así. El ejército de la República es vuestro defensor. Nosotros os miramos como hermanos y como tales les concedemos los mismos derechos nuestros. Lo que trabajéis será para vosotros; los servicios que os hagáis se os pagaran, y seréis premiados por ellos, con todos los honores a que os hagáis merecedores”. Piar, como lo han develado muchos historiadores, sin ser nativo de Venezuela, está sumado desde mucho antes de este año al objetivo de liberarla, al hallarse comprometido con el movimiento anticolonial que lideran en 1797 Pedro Gual y José María España, en el cual también se hallaría participando el Maestro Simón Rodríguez. Entre otros de sus antecedentes, participa en la Revolución Haitiana en 1807 e, iniciada la guerra contra los sectores realistas, es designado por el Supremo Poder Ejecutivo como alférez de fragata en 1810 y se halla luego comandando tropas en la región de Guayana junto con los Generales Santiago Mariño (el Libertador de Oriente), José Francisco Bermúdez y Juan Bautista Arismendi, además de José Antonio Anzoátegui, Antonio José de Sucre y José Tadeo Monagas. Habría que pensar que estas circunstancias le permitieron tener un gran ascendiente sobre los soldados bajo su mando, a pesar del carácter impulsivo que lo caracterizó, una de las cosas que influyó en su destino trágico, aparte de las acusaciones de crímenes de lesa patria, conspiración y deserción, emitidas en su contra.

Frente a los detractores del General Piar y su empeño en invisibilizar su gesta particular en favor de la liberación de Venezuela, es pertinente citar lo dicho por el Presidente Hugo Chávez el 10 de mayo de 2003 en Ciudad Piar (Municipio Bolivariano de Angostura, estado Bolívar): “el hecho de que haya sido fusilado no le quita ningún mérito, porque el General Piar fue un ejemplo de revolucionario integral que luchó por la justicia de los pueblos y por la igualdad de las razas”. No se trata de “imaginar a posteriori», en palabras de Miguel Acosta Saignes en su obra “Bolívar, Acción y Utopía del Hombre de las Dificultades”, el comportamiento y las decisiones que habría asumido cada uno de los grandes personajes de la historia, lo mismo que aquellos que no son estimados como tales. Lo importante es reconocer que sus acciones, buenas o malas, según el cristal con el cual se les observa, de alguna u otra manera pesan en lo que fue nuestro pasado, en lo que es nuestro presente y en lo que podrá ser nuestro futuro. Siguiendo esta orientación, tenemos en Piar una de las piezas insoslayables de nuestra formación como pueblo y como nación soberanos. Regresando a Acosta Saignes, “el historiador ha de analizar las correlaciones de factores, los movimientos colectivos, las fuerzas productivas, las correlaciones de clase y sólo así podrá formar un juicio no sobre lo que hubiera podido o debido pasar, sino sobre la irreversible realidad que existió”.

Respecto a Piar hay mucho que investigar y escribir. Su declarada oposición al régimen de castas y la discriminación que sufrían los grupos tratados como inferiores dio crédito a las versiones que lo señalaban de estar subvirtiendo a las tropas anticoloniales y de pretender desatar una guerra de colores como ocurrió en Haití, algo a lo que Bolívar temía, dadas las terribles consecuencias que está produciría, acabando con la población blanca que integraba la casta de los mantuanos. Bolívar da a conocer públicamente que “Piar ha formado una conjuración destructora del sistema de igualdad, libertad e independencia. Pero no os admiréis de esta monstruosidad de parte de un hombre cuya vida ha sido un tejido de conspiraciones, crímenes y violencia” (texto que algunos historiadores, como Héctor Bencomo Barrios, ponen en tela de juicio, dudando de su autenticidad, en vista de las falsas noticias difundidas por el bando realista). También dice de éste acremente que “ha infringido las leyes, ha conspirado contra el sistema, ha desobedecido al gobierno, ha resistido la fuerza, ha desertado del ejército y ha huido como un cobarde; así pues él se ha puesto fuera de la ley: su destrucción es un deber y su destructor un bienhechor”. Por eso se ha llegado a asegurar que contra el General en Jefe Manuel Piar se orquestó una confabulación, aprovechándose de las desavenencias entre éste y Bolívar en la que sus enemigos tuvieron un papel clave, pese a que él no los vio como tales, según se desprende de su declaración durante el juicio. La débil defensa de Fernando Galindo (quien no hizo uso del pasaporte o salvoconducto que le diera Bolívar a Piar al éste manifestar su intención de retirarse del ejército patriota ni citar a los oficiales que conformaban su Estado Mayor para que corroborasen la inocencia de su defendido) hace que muchos estudiosos de este episodio concluyan en que Piar fue un chivo expiatorio que sirvió para afianzar la autoridad de Bolívar como Jefe Supremo de la República y Capitán General de los Ejércitos de Venezuela y de la Nueva Granada; y acabar con la anarquía recurrente en las filas republicanas.

Otro argumento que se expone como detonador del trágico final de Manuel Piar es su apego al proyecto federal de gobierno, contrario al sistema centralista defendido por Bolívar, lo que sería un obstáculo al poder detentado por éste. Aquí ya habría un choque de carácter ideológico que sería importante profundizar en vista que ninguna de estas concepciones políticas son contrarias a la decisión colectiva de emanciparse de la Corona hispana; lo que será muy oportuno y aleccionador, por muchos motivos, pero de forma especial cuando en Venezuela se está suscitando un proceso en marcha de cambios revolucionarios, en un contexto nacional e internacional que tendría mucho en común con el contexto en que se desarrolló la Independencia. En su libro ”Reencarnar el Libertador», José Rafael Núñez Tenorio resalta esta conjunción de ideales, al escribir que “la figura que simboliza, con toda su fuerza, el pensamiento soberano-popular del Libertador —aun cuando parezca paradójico— es la del indómito Piar, coronada en su exitosa gesta de San Félix, que garantizó una base de operaciones como asiento de la república”.

Hará falta, por consiguiente, un estudio histórico serio y objetivo de la vida del General en Jefe Manuel Piar que evite la tergiversación de los pormenores que rodearon su desempeño militar y político durante la guerra de independencia y que influyeron en su desventurado final, convirtiéndolo en un Libertador incómodo y controvertido, tanto en la época trágica y gloriosa de la Independencia como después de alcanzada ésta; cuestión que contribuirá, sin duda, (como en relación con otros episodios y personajes históricos) al logro de una mejor comprensión del pasado venezolano y de la trascendencia que este tiene para definir, sobre unas bases sólidas, el presente y el futuro de Venezuela como nación libre, igualitaria y democrática.

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