
𝙀́𝙙𝙜𝙖𝙧 𝘼𝙡𝙚𝙭𝙖𝙣𝙙𝙚𝙧 𝙈𝙤𝙧𝙖𝙡𝙚𝙨 – 𝙋𝙖𝙥𝙚𝙡𝙤́𝙣, 𝙋𝙤𝙧𝙩𝙪𝙜𝙪𝙚𝙨𝙖 – 𝟭 𝙙𝙚 𝙟𝙪𝙡𝙞𝙤 𝙙𝙚 𝟮𝟬𝟮𝟱. Un manto de agua cubre gran parte del municipio #Papelón. Lo que eran verdes plantaciones de plátano, pastos para el ganado y viviendas humildes, hoy es un desolado paisaje inundado. Más de una semana después de la catastrófica descarga de la laguna de #Ospino, que derribó el puente sobre la autopista JAP, decenas de comunidades rurales luchan por sobrevivir, aisladas y con pérdidas agrícolas y pecuarias que superan las 6.000 hectáreas solo en plátano.
«Tenemos una inundación de más de una semana… un torrencial de agua en nuestro sector», relata Tirso Serrada, pequeño productor del caserío «Los Pelados», su voz cargada de angustia y urgencia. El desbordamiento de la laguna de Ospino no fue un simple aguacero; fue una fuerza arrasadora que rompió infraestructura vital y envió una inmensa masa de agua hacia los sectores bajos de Papelón. Las comunidades de Morita, El Oso, Bucare, La Toroga, Los Pelados, Garzón, Miguel Arce, Cacho e’ Venao, Matahueca, Barquito, Las Ánimas, La Bustillera y muchos otros, quedaron sumergidas.
𝗠𝗮́𝘀 𝗱𝗲 𝟲.𝟬𝟬𝟬 𝗵𝗲𝗰𝘁𝗮́𝗿𝗲𝗮𝘀 𝗱𝗲 𝗽𝗹𝗮́𝘁𝗮𝗻𝗼:
La base económica de miles de pequeños productores, totalmente perdida bajo las aguas. Un golpe brutal a la seguridad alimentaria y los ingresos familiares. Miles de hectáreas de pastos destruidos, eliminando el sustento para el ganado.
Numerosos bovinos, caprinos, cerdos, aves de corral y animales domésticos han perecido ahogados. El lamento por el ganado perdido se suma al de las cosechas arruinadas. Cercas, corrales, pequeñas instalaciones de procesamiento y vías rurales, arrasadas.
«Estamos incomunicados», denuncia Serrada. El anegamiento de caminos secundarios han dejado a gran parte del municipio prácticamente aislado. El acceso terrestre se reduce hoy prácticamente al trayecto Capilla-Garzón, donde se trabaja a contrarreloj para reparar una alcantarilla dañada con granzón, permitiendo un tránsito vehicular precario. «El resto únicamente [es accesible] en canoa y en lancha», explica el campesino, pintando un cuadro de comunidades convertidas en islas dentro de un mar interior.
𝗨𝗻 𝗚𝗿𝗶𝘁𝗼 𝗱𝗲 𝗔𝘂𝘅𝗶𝗹𝗶𝗼:
Frente a la magnitud de la tragedia, los afectados lanzan un llamado al Gobernador Primitivo Cedeño: «Pedimos el apoyo y la colaboración de nuestro gobernador». Al Gobierno Nacional: «Que se aboque a la solución y a la problemática actual». Necesitan medicamentos, operativos de salud, comida, reparación inmediata de la vialidad y una presencia activa del Estado en la zona. «Pedimos a las autoridades que se aboquen a acompañarnos, que nos visiten, que nos lleguen».
Mientras esperan la respuesta oficial, los propios habitantes y vecinos han comenzado a tejer redes de apoyo. «Con el apoyo de Dios y… la parte privada… ya estamos apoyando a nuestros amigos campesinos, nuestros familiares», destaca Serrada, evidenciando la resiliencia de la comunidad rural. Pero la solidaridad vecinal no es suficiente frente a la escala del desastre.
Lo que se ve desde el aire o desde los pocos puntos altos accesibles es desolador: un «solo mar de agua» cubriendo lo que antes eran campos productivos y hogares. El municipio Papelón enfrenta una de sus peores crisis humanitarias y económicas en años, con miles de familias campesinas al borde de la ruina total, sin sustento, con animales muertos y enfermedades acechando en las aguas estancadas.
La emergencia inmediata exige rescate, alimentos, agua potable, medicinas y atención médica para las comunidades aisladas. La reconstrucción requerirá un esfuerzo monumental: rehabilitación de vías, puentes y alcantarillas; apoyo financiero y técnico para reactivar la producción agrícola y pecuaria; y planes de mitigación para evitar que una nueva descarga de la laguna de Ospino o lluvias intensas vuelvan a sumergir a Papelón. Los ojos de todo Portuguesa, y del país, están puestos en la respuesta que den el Gobernador Cedeño y el Gobierno Nacional a este grito ahogado que surge desde el corazón inundado del llano.
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