Ha sido de alto comentario los recientes y reiterados hechos violentos de uso de armas de fuego por parte de ciudadanos norteamericanos. Ya casi es una suerte de aceptación tácita saber de estas lamentables noticias, las cuales se vienen haciendo eco en las redes sociales.
Este tema no es nuevo, y por el contrario, forma parte de una cultura armamentista en ese país. Sorprende quizás que se diga esto con trivialidad y hasta suene altisonante, esa fórmula suprema de un país de altas tecnologías y desarrollo imperial.
Pareciera no cónsono con la realidad, ver hechos de esta naturaleza que posteriormente son solapados por circunstancias colaterales, que a mi modo de ver no son la causa principal, sino el corolario de lo que acontece; me refiero a los alertas de niños y jóvenes sometidos a bulling o al novedoso “acoso escolar” que también forma parte de esa extraña y estrafalaria cultura de las mentes “supremas” del desarrollo.
Todo pareciera tener su arraigo en la Segunda Disposicion de la Carta de Derechos Constituciones Norteamericana, siendo ésta establecida como “EL DERECHO CONSTITUCIONAL DE POSEER ARMAS”, dado a los ciudadanos en ese país.
Esta disposición forma parte de las Diez primeras Enmiendas de esa Constitución y nótese que es la SEGUNDA, la cual comenzó a regir el 15/12/1791.
Diríamos qué históricamente había motivos en esa época para que esa disposición estuviere allí contenida; empero, en la revisión que hasta ahora ha motivado este análisis, vemos que en esa formación ciudadana del Contrato Social, no se habló nada del Derecho a la Vida, y más aún a la Garantía Constitucional de ese Derecho.
Parece un guion de guerra, donde observamos que es más prioritario los Derechos de la Libertad de Expresión, de Reunión, Culto; Derecho a proteger soldados en guerra. En fin, una Declaración de Derechos preparada con el aforismo latino “si vis pacem, para bellum” (si quieres la paz, prepárate para la guerra).
De tal manera, que al analizar este contexto vemos el porqué allí no hay limitación para el expendio de armamentos, más allá de ciertas condiciones de algunos estados de la unión; pero el mercadeo de las armas obedece a ese Derecho Constitucional de poseerlas.
Debemos entender que una de las primeras empresas de producción de ese país precisamente son las armas; de allí que la tienen fácil para el cumplimiento de su natural ideología guerrerista.
Si buscamos más atrás, en la historia de la colonización de ese país, indiscutiblemente estuvo conformada por gran parte del otrora imperio inglés y francés; que para las épocas pretéritas ejercían sus dominios del poder de las armas. Por ende estamos ante una realidad histórica y culturalmente creada, venida igualmente de una inmigración judía que también lleva en sus entrañas la actitud bélica del Tánato humano.
Los hechos de esta semana, donde nuevamente son victimas personas inocentes, no son más que una suerte de mecanismo de control humano que hoy día entre las drogas y el manejo de la psiquis, propenden a la violencia pacífica por así decirlo. Este antagonismo anotado, ya que nada violento es pacífico, debe entenderse como una guerra de expresión de una sociedad atada a destinos inmanejables y que consume de su propia medicina, conllevando con ello a la muerte y destruccion paulatina del ser humano.
No hay factores filosóficos ni filantrópicos en esta Declaración de Derechos Norteamericano, hay una realidad de realzar una supremacia que vemos en sus actos de rutina cuando amenazan e invaden países, cuando deciden acabar con regímenes políticos que los adversan, cuando imponen sanciones y reducen a la supervivencia del hombre en ánimo de agotarlo por el hambre y la miseria. Recuerda a las antiguas guerras cuando eran oprimidos y extinguidos los enemigos bajo el cerco militar del atacante.
Dixit una “Guerra de Tronos” por acuñar los siete reinos.
Toda una hoja de historia de pisotear y dominar al patio trasero y al del frente y de al lado. No debe escaparse nadie a la fuerza del poder imperial.
Los daños colaterales internos (como los que ocurren en hechos como los referidos en esta nota) son solo eso, simples daños colaterales que el imperio entiende deben suceder; tal como sus matices de racismo que quizás dentro de poco vuelvan a encender imbuidos en ese Ku Kux Klan psíquico al que también obedecen y aceptan. Nada ha cambiado en esa historia. Allí permanecen intactas sus Declraciones de Derechos constitucionales, muchas enmiendas posteriores, pero ninguna se anota en la de salvaguardar la vida humana. De allí Hollywood con sus estudios cinematográficos reeditan las realidades del metaverso de la guerra en una realidad solo copiada de los hechos que la preceden; Marvel ni los Hermanos Wagner se quedan atrás alimentando las mentes de los más pequeños para adiestrarlos en el desarrollo y ejecución de esa segunda Disposición Constitucional Norteamericana: EL DERECHO A POSEER ARMAS.
Lo demás será el guion de una película que ya perfila a ocupar escenarios de otros países con muy malas copias del ejercicio del poder por la fuerza y las Armas que como ya hemos dicho antes, ya van más allá del poder nuclear; ahora las portamos pacíficamente en nuestras manos sin darnos cuenta del poder de destrucción que contiene. De allí que nadie deja que su celular se descargue.
Rafael García González

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