Ante la inevitable ola que ha roto el muro de contención de la moral, este mar de leva extiende su marea hasta las playas desiertas de la Paz y la integridad de la gente.
Los abusos de poder son constantes y arbitrarios, cada día la violencia se acrecienta como retando los postulados magnánimos de un Imperio del Mal instaurado en un tiempo ya bastante largo. Las voces del Apocalipsis cruzan fronteras y enarbolan las gárgolas que han de comerse nuestras entrañas. Es un inframundo donde Dante cavila y se esfuerza por alcanzar la avidez de locura y exterminio de su ser.
Se bifurcan aireados los vientos que otrora vencían al holocausto y la bandera multicolor se impone en el devaneo de una sociedad impávida pero temerosa. Hay vaivenes de Bach que demoran el antagonismo de sus fugas impermeables, allí van caminando serenos los sonidos de un Dios acorralado en un pelotón de fusilamiento ante tanta falta de fe y amor a la vanidad.
Libre albedrío vocifera Lucifer, en su ya característica de saber por dónde acabar al hombre; ha consumido sus almas y estamos atados a sus redes de internet. Allí en caballo de Troya solo pasa a ser historia y Jesus quería venir pero se ha devuelto. Hay silencios que son incansables en los gritos de los necesitados, como escaramuzas deambulan entre las palabras de Zaratustra y el incontable insomnio del Quijote. Así marcha nuestro ahora, amotinados en una trocha de caminos de barro y la fe de una frontera inhóspita pero salvadora de la penumbra, allí vamos cada día; entre las tristezas de los cambios y el llanto de los que se quedan.
Realidades que la opulencia no deja ver, cómo los cantos de las trompetas de las sombras. Ya no es el flautista de Hamelin ni las notas salpicadas de un Hollywood hecho a la medida; el terror en nuestras manos cada mañana, cada día a cada instante, nos atemoriza si no nos acompaña nuestro inseparable celular. Ahorrador de soledades y simplificador del hambre. Comunicador de distancias incomunicables y de placeres escondidos; en él renacen los más íntimos secretos y las más tormentosas verdades.
Dios lo ha hecho, o por lo menos ha estado de espaldas al mal, no hay más culpables; ha hecho que Caín se multiplique y detente su jerarquía en el nuevo sistema del odio y vanidad. El valor primordial es el dinero y en él, todo lo que pueda comprarse; no hay afectos ni dádivas, soy más Dios mientras más tengo y hasta el Clero ha sido el primero en sumarse a su grandeza, generando la envidia de otras religiones que batallan duramente para conseguir sus migajas ante tanto oro acumulado. El Templo y las verdades de los escritos, hasta donde son verdad y hasta dónde nos han dominado. En las actuales circunstancias, el imperio de la ignorancia y la supremacía de lo ordinario y chabacano semejan las vestimentas desnudas del Emperador, poblado de riquezas pero timado por el ardid de la inteligencia; de allí ese odio al sistema de la educación y formación integral de la lectura, la eliminación de ese verdadero Dios creador de lo bueno y vengador de lo malo, el Dante que acontece al paraíso en una pintura de Miguel Ángel perenne en la Capilla Sixtina. Así opera este mundo actual, entre la hipocresía y la insolvencia de los aduladores de oficio que no se atreven a mirar ni levantar su mirada so pena de ser castigados y mancillados. Somos los Fuenteovejuna olvidados en un laberinto sinuoso y descartables. A veces ante la miseria y el hambre que agobia el pan nuestro de cada día, hemos caído en la tentación y ya no habrá quien nos libre del mal. Así morimos con Dios y Nietzsche nos vigila en los ojos del Cuervo de Allan Poe: “Nunca Mas”.
Rafael García González. 07/07/23