El siglo XXI, ha venido revestido de formas aparentes y de realidades. Dirá el lector, y a que llamo “formas aparentes”?; pues a este concepto refiero el hecho de las verdades que no son. A diario, y como fenómeno ineludible de nuestras redes sociales, nos inundan con cualquier cantidad de información insustancial, banal y cargada de mentiras, a las que se les ha llamado “Fakes News”, entre otros nuevos neologismos típicos adquiridos en esta transculturacion necesaria del mundo cibernético.
Los laboratorios mundiales de los podcast, spam y de cualquier otra fórmula ilustrativa, vienen conformando nuestro día a día. Vemos desde la muerte imaginaria de grandes figuras, hasta videos y ahora tic toks que no son reales; algunos creados en el afán de desinformar y por supuesto, de generar opiniones adversas o contrarias a la realidad.
Este mundo desmesurado de la irrealidad virtual, conlleva a que muchos de nosotros interactuemos (y sin saberlo), ser cómplices de esta trama diabólica de una opinión pública que dejó de serlo. Ya nada o muy poco viene suscrito por su autor; sobre todo cuando se trata de estas trampas caza bobos o caza internautas como podría indicarse para estar actualizados.
Ha sido creada un arma destructiva de la verdad, donde yace vencida la irreverencia de la palabra, con que otrora se suscribían contratos. El principio de la buena fe, subyace en una suerte de eslabón perdido de la generación que se esconde y que opina y ataca sin fundamentos.
Obviamente la política no escapa de esta realidad irreal, si acaso cabe el término; el “zoom políticom” aristotélico permanece irascible a los acontecimientos de una interacción inicua y desigual.
La superestructura de las “formas aparentes”, pasan el tamiz del Derecho, dejándolo de lado y sin posibilidad de persecución. Se ha venido hablando de normas para regular estas formas aparentes; empero, ha sido tarea infructuosa hasta ahora. La creación de lo inmanente con visos de omnipresencia en este correr de los días, nos deja desarmados. Solo estos mismos entes creadores de su verdad, logran acallar a quienes mejor consideren hayan violado sus normas que solo ellos conocen. Ahora son dueños de mal informarnos y de sancionarnos cuando a bien correspondan. Todo ha sido un gran Castillo de arena al que todos estamos convidados hasta que llegue la marea y se lo lleve.
Desde esta óptica, es necesario construir una legislación oportuna y protectora; lastimosamente, dentro del cúmulo de funciones que se ha impuesto como tarea la actual Asamblea Nacional, hasta ahora no figura para nada, algo que se acerque a una regulación de estos sistemas mediáticos. Solo la particular Ley Contra el Odio, ha hecho pequeños casos para resguardar ciertos intereses de algunas personalidades, pero ella; en rigor legis, no logra satisfacer las necesidades de toda una sociedad que asiste a este festín de Baltazar, aprisionada contra el paredón de Lorca.
Es inminente la protección de niños, niñas, adolescentes y de todos los que hacemos vida común en nuestro país. Ya es toda una estructura del gran negocio el poder llegar a un gran número de seguidores a través de un blog para poder obtener ganancias, no importando con ello sobre quién o quienes se camina.
En el ámbito local, vemos a la modalidad de los nuevos gobiernos municipales de selfies y podcast, ceñidos al más riguroso protagonismo de cada alcalde de turno, mostrando “formas aparentes”, pero que en la realidad no se solucionan los problemas de la gente; y allí, pues toda una procesión de gente afirmando y otros negando; pero la gran realidad es que los servicios públicos no funcionan. Los agentes 2.0, hoy día hacen gala de sus estrategias; y de seguro cada alcalde y gobernadores, pues tendrán todo ese equipo para generar las “formas aparentes”, con las que tratan de convencer al pueblo. De hecho, muchos de estos gobernantes hacen gala de la entrega de celulares de última generación a grupos de personas que están prestas a defender una gestión que es hipotética por irreal; o sea, cargada de estas formas aparentes. Y el liderazgo? Pues él anda ausente, ahora se es líder mediático; ya no hay ni contacto con el pueblo; la gente va a la deriva tratando de ir solucionando su situación particular sin la usual ayuda oficial que otrora recibía. Los ejemplos son incontables, y a la sazón en el caso de las bolsas Clap, pues es evidente estas “formas aparentes”. No hay desparpajo a la mentira, ella ha pasado a ser la gran verdad. Todo divaga en líderes de marketing, creados bajo la egida de un padrino de Caracas; de esos creados por Mario Puzo, no importando si se tiene capacidad de mando o no. Mientras más sumiso y aparente sea, pues parece que mejor.
Será fácil para muchos lograr ese status, sobran de esos personajes en la escena de las próximas elecciones. Quedan pocos por nombrar a los cuales sus cualidades inmanentes les ha dado la gracia de ir más allá de lo aparente, y aquí ya lo hemos dicho; por el oficialismo vemos la tez del Almirante Castañeda calzando su actuación como lo hizo en su corto período apegado a la disciplina de su partido y ejecutando con el pueblo, su programa de gobierno; que aunque corto en el tiempo, dejó huella significativa en Portuguesa; así mismo, de ser nuevamente el actual Gobernador Calles, pues deberá de no ser tan aparente y aparecer verdaderamente ante el pueblo y esto es un clamor que quizás sus allegados no lo dejan oír, pero igualmente deberá plantearse ese reto, porque su liderazgo se diezmó al punto de que el chavismo en el estado ya no está en lugares de vanguardia y roza cifras preocupantes dentro de ese partido del Psuv que aún sigue secuestrado por esa élite. Fuera de los rojos, pues los indiscutibles candidatos con liderazgo propio y sin apariencias, estaría la Negra Antonia de corte aún en la izquierda moderada y por supuesto, quien le quita lo bailao al candidato opositor natural que sería Ivan Colmenarez. Habrá que ver los acontecimientos, pero las verdades deben ser dichas y la apariencia no puede ser realidad.

Rafael Garcia González

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