Sin ánimo de sintetizar y mucho menos aproximarme a un análisis ponderado del libro “PORQUE FRACASAN LOS PAÍSES “,
publicado en 2012 por los economistas Daron Acemoglu, profesor de economía en el MIT y James A. Robinson, profesor de economía de la Universidad de Harvard; es interesante observar su tesis en torno al desarrollo y estabilidad de algunos países y porque otros no. Ellos consideran diferentes variantes como la economía, la religión, ámbito social y cultural; pero sin duda su aporte viene dado en cuanto al manejo de las instituciones por parte del Estado. Es decir, a mayor abundamiento de instituciones de ese Estado en cuanto a su funcionamiento independiente, mayor será el nivel de organización de la sociedad. Este sistema acoge los principios del estado de Derecho propiamente dicho, un esquema suficientemente conocido actualmente y adicionan el componente del libre mercado, el cual sienta las bases de la economía estable.
Pudiéramos estar de acuerdo o no con los hasta aquí planteado por los autores; empero, falta como un eslabón necesario en el devenir de nuestra historia afrocastellanaamericana como me permito llamarla; símbolos inequívocos de nuestros orígenes, marcados por un existencialismo personalista.
Este rasgo que nos distingue del resto del mundo, ha aflorado a través de la historia pre y post colonial, devenida en las luchas independentistas de cada país y de donde en cada uno de los héroes patrios observamos cómo cada uno a su manera, se enquistaban en su visión napoleónica de dominación a través de un Estado dictatorial.
La figura del Caudillo está arraigada en nuestra psiquis como una migraña que intensifica su molestia si osamos abrir los ojos.
De allí las palabras lapidarias de nuestro primer Caudillo y padre de la Patria Simon Bolívar cuando dejó a la historia su memorable síntesis: “NOS HAN DOMINADO MÁS POR LA IGNORANCIA, QUE POR LA FUERZA “.
No pretendo hacer una disquisición histórica, no tendría suficiente argumento para ello, ya que la profundidad de eso está dada a los historiadores de oficio, pero he querido hacer este pequeño énfasis entre lo que los economistas supra nombrados establecen en su libro y lo que a mi modo de ver modifica el destino por dónde vamos.
No es un secreto que desde América del Norte con Mexico a la cabeza, pasando por América Central y nuestra del Sur, ese calado afrocastellano viene invadido de una esencia protagonista y poco inclusiva. Hemos sido dispares pero conjuntamente parecidos, tanto que a la sazón las fechas de independencia de cada uno de nuestros países se desencadenan a partir de 1800, en adelante siendo quizás Panamá la más tardía.
Ahora bien, porque vemos que nuestros países no funcionan con esa armonía que quizás si lo hacen los europeos o rusos o chinos e incluso algunos países africanos y árabes?
Esta idiosincrasia separatista y egocéntrica que deviene de factores inequívocos de una identidad inoculada, hace el trabajo para la desunión. Desde la cosiata en nuestro país, pasando muchos años luego por el compadrazgo Castro-Gomez y más recientemente el Pacto de
Punto Fijo, han servido para demostrar la marcada inclinación maquiavélica de que el fin justifica los medios, sobre todo en lo que se refiere al poder.
No importa no mirar atrás y mucho menos como se va a continuar, lo importante es tener el poder.
De esta manera, fue plateado igualmente el Pacto o Acuerdo basado en el Juramento del árbol de las tres raíces propugnado por el Chavez en su momento de organizar su periplo al poder. Un árbol trípode regente de un sistema que impidió la frondosidad y crecimiento del mismo, ahogado en su falta de tierra fértil que permitiera el desarrollo, ya que estuvo plantado sobre la mentalidad y el modelo divisionista de la sociedad. Peleaos los unos a los otros, transformando el principio bíblico que imponía el amor.
Esta determinación que solo busca encumbrar el poder olvidando las instituciones pueden explicar el fracaso de un sistema que hoy no recoge frutos sino por el contrario presiona a niveles de exigencia de una supuesta lealtad condicional. Las instituciones esenciales del Estado desfilan bajo la adulación a terceras personas que ni siquiera son parte efectiva del magnánimo poder ejecutivo, sino que van más allá y se configuran como los caudillos adláteres necesarios para engendrar el miedo y obtener sumisión. Este sistema se presenta fragmentado y presentando fallas en su fuselaje, lo cual ha sido obstáculo para la dominación hegemónica y por ende su lucha para estabilizar su vuelo buscando auxilio en aliados que a la vuelta han dado la espalda, permitiendo al eje de dominación imperial someter a regañadientes a los enquistados en el sistema, so pena de sanciones personales y generales contra el país sin que haya un Cipriano Castro con voz de oposición.
En este espectro enrarecido de mezcla de cultura y devenir de una marca que nos caracteriza, vemos nuestro país sufrir con sus venas abiertas el fragor de una crónica anunciada de deterioro moral, ético y existencial de una sociedad que no sabe a dónde va y cuyo destino arropa la esperanza de la inclusión, esa de la que Hannah Arend comprendió en su momento más crítico frente al nazismo.
Rafael Ángel García