El pensamiento humano traducido en el tiempo, ha demostrado la evidencia histórica que sirve de base para acuñar eventos de la cotidianidad actual. Frases célebres, experiencias, discursos, cartas de grandes héroes de la historia, han contribuido al desarrollo del entendimiento del hombre en su entorno cultural.
La filosofía ha dejado huella profunda en este devenir del pensamiento y la razón. Conceptos como la verdad, la existencia del ser, su naturaleza buena o mala, el poder del Príncipe, la muerte, la religión, los astros, y un sin fin de otros tantos, son considerados hoy día verdades irrefutables. Las ciencias también han hecho lo suyo en este estigma encarcelado de la mente, donde los grandes descubrimientos de la Edad Media y su consecuente devenir a nuestros días, son quizás la evidencia del desarrollo y avance de la supervivencia.
Uno de los temas más diseminados ha sido la comunicación a través del idioma y las lenguas madres. En ese contexto, la gran búsqueda ha sido internarnos en la profundidad de estos mecanismos para que alcancen a más y más gente. La retórica de la ideología aparece como tema trascendental dentro del espectro mediático. Hoy en día se habla y se comenta de ideologías de derecha, de centro, de izquierda, y de centro ambidiestro; en fin, una balanza que también ilustra colores para enfrentar a algo que se supone puro frente a otra cosa que no lo es. A diario vemos y leemos a eruditos sobre el tema, mimetizados en una simple búsqueda de google; una suerte de conocimiento instantáneo producto de la transferencia mediática de las redes sociales.
Poca comprensión en la añadidura de factores necesarios del análisis como lo es su historia y su momento. Ya casi se habla de la primera y Segunda Guerra Mundial como algo sencillo, donde habían buenos y malos, al mejor estilo del soldado Ryan de Hollywood. Recientemente se acaban de cumplir 78 años de los acontecimientos de Hiroshima y Nagashaki, y abundaron en la redes toda una marcada información ideológica pero mediática. La valoración real de los convencidos en las ideas ha ido desapareciendo, así como ha desaparecido el talante y prestancia de la política. Vivimos imbuidos en verdades irreales que no son metaverso, sencillamente no son ciertas. Las convicciones que otrora planteaban las ideologías, hoy apenas son una referencia para ajustar o justificar uno u otro bloque en rojo o azul. En el caso del comunismo, su raíz se ha decantado, dando paso a formas extrañas de supervivencia, pero en su esencia continúan con las tesis del hombre igual en todas las circunstancias y sin clases. Utopía mayor de las establecida por Tomas Moro, en un ámbito real que no da pie al mejor vivir o a la paz necesaria en la psiquis del hombre, traduciendo tal concepto en una pertinaz fórmula de pobreza de la mayoría frente a una élite poderosa y llena de privilegios. Cualquier parecido con una monarquia seria solo coincidencia. Aún no logro entender dónde se llena ese cántaro de igualdad con una bandera unificada. Esa subordinación sumisa y sin memoria, de aceptar que la vida apenas es eso. Esas experiencias son repetitivas hacia abajo; es decir, seamos pobres cuando vivimos en un mundo lleno de movilidad económica. Como entender que las grandes capitales del mundo que se mueven del lado contrario, son apetecibles en el hombre dado el nivel de competencia y de oportunidades. No se trata de defender al capitalismo, pero es que hasta el propio Marx lo evidenció como fórmula necesaria. Es allí donde las ideologías son acomodaticias; porque no debemos aceptar que un sistema nos quiera sofocados ante una economía sin réditos y la desventura de no tener la esperanza de la superación con el trabajo y el esfuerzo. Porque este tipo de sistemas comunistas o socialistas radicales, hacen una distribución tan desigual entre iguales? La razón fundamental es la toma del poder para si, sin oportunidades ni soportes. Quienes hemos vivido sistemas abiertos de participación y avances, pues no entendemos esta lucha contra los molinos de viento, sin que los mismos sean de esos que por lo menos generan energía eólica. El énfasis de lo mediático para estos sistemas ha servido como herramienta de engaño y de hacer ver que todo está bien, en un mundo imaginario sin conceptos ni ideología distinta al amor al dinero y al poder. Desvestir estas verdades impone verificar si efectivamente hoy día existe una ideología propia como línea de pensamiento que no sea la corrupción, la maldad, la traición y hasta la amenaza contra quienes no comulguen ante ese clero que odia a Dios y su creación. Que ideología es esa? Por dónde se mueve y que ha solucionado en el tiempo? He ahí, la razón mediática sin entender el peso verdadero de la historia.

Rafael García González

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