En lo que va de año, algunas personas cercanas me han aconsejado moderar mi manera de hacer oposición, han llegado a decirme en el argot popular «bájale dos». Unos consideran que denunciar la tragedia cotidiana que vivimos, podría ser peligroso para mi integridad física, mientras que otros, creen que el nuevo gobierno regional esta haciendo las cosas mejor, con los programas fiesta del agua y plan de cero huecos y por eso hay que tener ciertas consideraciones.
A ustedes amigos, gracias por los consejos, pero no me opongo a las cosas que pueda hacer el gobierno regional, en cuanto a obras de infraestructura se refiere, me opongo a la tiranía que ellos representan.
Podrán hacer maravillas que embelescan las miradas de algunos, como lo han hecho la mayoría de los dictadores del mundo. Pero esta lucha es por cosas más importantes que lo mero material. Tiene que ver con la libertad verdadera, esa que te permite cumplir y alcanzar sueños, esa que no trae pesadumbre ni recores y te permite vivir en paz.
Mi oposición tiene el rostro de todos aquellos venezolanos que han tenido que huir del país, llevando y dejando corazones rotos y familias destruidas, tiene el rostro de los miles de venezolanos que sobreviven entre la miseria que les ha dado el sueldo miserable de la revolución, tiene el rostro de todos aquellos que padecen enfermades crónicas y no consiguen atención en los hospitales del país, tiene el rostro de los trabajadores de los medios de comunicación que cierran por las arbitrariedades del gobierno, tiene el rostro de los que han sido víctimas de los abusos del poder y han fallecido encarcelados injustamente y tiene el rostro de Fernándo Alabán, Oscar Perez, Neomar Lander, Paul Morero, Juan Pablo Pernalete y los cientos de Jóvenes asesiados en su lucha por una mejor Venezuela.
Niguno de esos rostros o los de sus familiares, cambiaran su mirada triste, aunque tapes todos los huecos del mundo e inunden todo el país. Yo, particularmente me opongo al autoritarismo gubernamental y hacia todos aquellos aduladores que por prevendas personales, entregan su dignidad al tirano, sin importar cuando sufrimiento padezcan sus semejantes, ellos también son patrocinantes de la opresión.
Soy y seré un opositor irreconciliable, mientras exista tanta injusticia. No podemos separar la paz y la justicia de la libertad, es sencillamente una trilogía que debe coexistir simultáneamente. Como dijo el premio nobel de la paz Dominique Pire, cito: «Existe una tentación extremadamente sutil de confundir la paz, con la ausencia de guerra, como estar tentados a confundir la salud, con la ausencia de enfermedad y la libertad con el no estar preso».
Hoy vivimos en la prisión más perversa de todas, la pobreza y la injusticia. La manera aberrante de la aplicación selectiva de las leyes y esa incapacidad de acceder a lo estrictamente necesario han sido las formas de violencia más perversas a la que nos han sometido y muchas veces generan desenlaces que ni en la peor cárcel del mundo se verán.

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