Vemos desde hace unos meses, una gran avalancha de polémicas centradas en un hombre descamisado que circula descalzo por las calles de distintas ciudades de Venezuela, haciendo ejercicios y despertando polémica por comer carnes crudas. Un choque entre el primitivismo y la búsqueda del perfeccionismo físico sin importar sus riesgos. Un nuevo ideal de la alimentación que pisa las fronteras entre lo racional y lo primitivo.

Una vieja memoria de mi paso en San Genaro de Boconoíto me llegaba a la mente, esos días en los que mataban reses y los niños cortaban pedazos y comían sin pudor alguno, mientras sus padres cortaban la carne, junto a esos rudos entrenamientos de Rocky Balboa en los que su principal complemento proteico se componía únicamente de huevos crudos.

Esa aspiración por la fuerza física que representa a la masculinidad y que en la cultura memera de internet, algunos llaman de “Chad”, se ha mezclado junto a la reciedad y necedad del hombre del llano, ese que desde niño atravesaba ríos y potreros sin algún tipo de calza, pero a su vez sin algún tipo de miedo, mientras pescaban o arreaban ganado. Recios hasta el punto de que si decían que había un espanto, se acercaban en lugar de huír.

Nada nuevo, y de mucho antes de la batalla de las queseras, donde al grito de vuelvan caras 153 de estos derrotaron a 1200 españoles. A la mano del caudillo Páez, no existió más que rigidez y determinación para hacerlo.

Y si, el caudillismo ha jugado un papel importante en la naturaleza del venezolano, la representación de esta imágen como epicentro de una idea organizacional dentro de esta maquinaria cuyas piezas nunca están de acuerdo, y que para llegar a algo, tal vez tengamos mucho que pasar.

La presente generación se ha visto marcada por influenciadores y cantantes cuyo contenido no aporta, pero vende. Este placer de la autodestrucción es un sello que se ha hecho mas fuerte cada año, y al que la juventud a nivel global camina ciegamente, sin embargo, todos los jóvenes saben que esta bien, y que no.

Gianpiero Fusco aparece en nuestro estado como un entrenador. Su personalidad e imagen lo llevaron a la fama en todo el país. Este caudillo cuyo mensaje es claro: buena alimentación, abstención sexual, ejercitarse y buscar explotar los potenciales internos. Ha movido a miles de jóvenes a un ideal: buscar una vida sana.

No es el hecho de ir a lo primitivo, vivir como tal, o imitar a su máxima expresión. Es dar la razón a quién la razón la tiene, y reconocer que casi todo lo que se convirtió en cultura, es un camino hacia lo superfluo.

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