
Comencemos esta lectura del 21N por “el mejor sistema electoral del
mundo”, manejado a capricho su CNE, por el PSUV y las manos tenebrosas d e Jorge Rodríguez, ayudados por un Plan República que está al servicio de una parcialidad y de los intereses más perversos. Tuvo su representante en el Colegio Fermín Toro de Guanare y en otros centros electorales la osadía de apropiarse de las actas y no entregarlas, mientras que Padrino López vocifera
su monserga de que ellos están ahí sólo para cuidar el proceso. De
La instalación de las mesas, con retrasos hasta de tres horas, algunas
máquinas que no funcionan, sobre todo en centros donde tradicionalmente
ganan las fuerzas democráticas, miembros de mesas designados por el CNE que nunca aparecen porque no son informados o no son acreditados, en una táctica para incorporar a los rojos, la eliminación infructuosa de los puntos rojos, porque en esta oportunidad cambiaron de color, coordinadores de centros y Plan República que no recibían credenciales de testigos de la MUD o de la Negra. En fin, un sinnúmero de detalles que dejan en entredicho al sistema más perfecto, según pregonan quien lo maneja: EL PSUV. Y ahora las perogrulladas, que según la Real Academia Española, son verdades o certezas “que, por notoriamente sabida, es necedad o simpleza el decirla”. Decir lo mismo que habíamos repetido hasta el cansancio, pero como reza el refrán “después de ojo afuera, no vale Santa Lucía”. La tardanza del
G4 en decidir su participación es una de las razones para que ese retrato del 21N fuese el mapa extremadamente rojo que nadie esperaba, pero que se presentía. Decidir faltando escasas semanas, escoger candidatos como los
escogieron a punta de coñazo, mientras los otros corrían sin problemas, fue una causa de este resultado. Por eso, siempre digo, cuánta falta le hace a esta MUD, Ramón Guillermo Aveledo. Ese discursito que venía de arriba de
alacranes y vendidos y nosotros colaboracionistas, causó mucho daño en las regiones. En nuestro caso, nadie puede acusar a Valmore o a Zerpa de eso, cuando su comportamiento histórico fue enfrentar al régimen e irse
organizando para la batalla que se presentara. O nadie va a asumir la
responsabilidad de la derrota de Leidy Gómez en Táchira, cuya causa fundamental es el discurso atronador del jefe nacional de AD, Ramos Allup. O con Henry Falcón, quien fue jefe de campaña de Capriles, que demostraron su
liderazgo que no puede ser tapado como el sol, con un dedo. O no apoyar a Bertucci en Carabobo para hacerle peso al payaso dañado que gobierna esa próspera entidad en la que la convirtieron los Salas Römer. Perder Miranda con un acuerdo tardío, aunque el CNE se haya pasado como siempre por el
forro de las bolas, la norma, eso no tiene precio. Se negaron a aceptar los apoyos de la Alianza, pero Roberto Henríquez de COPEI ODCA sí decidió apoyar a Morel Rodríguez en Nueva Esparta, en buena hora.
Lo mismo de allá para acá. Para decirlo en términos municipales. Mara con sus redes populares tenía la fuerza para ganar unas primarias en la MUD y con la alianza conquistó el segundo lugar, pero con Carlos Luis, cuyas deficiencias organizativas y de defensa del voto eran notorias, se hubiese ganado la Alcaldía, donde repite el burgomaestre más nefasto e incapaz que tiene este país. Aquí hay que señalar con preocupación, la actitud negacionista y poco colaboradora del presidente municipal Guanare y el presidente regional de COPEI. La unidad era un imperativo de la gente. Y los resultados lo muestran. El otro ingrediente es la mezquindad de cierta dirigencia y la falta
de organización de los partidos. Hay unos que ya no lo son, que deben
efectuar reingeniería, que se quedaron en el recuerdo de victorias pasadas y que tienen un peso histórico que aún es muy significativo. Pero eso
comenzaría con una verdadera amnistía y con elecciones internas. Si el diálogo continúa en México, la devolución de las tarjetas debería tener como condición, la democracia interna, en los viejos y en los nuevos.
La abstención es una consecuencia de los errores, la mezquindad y la
soberbia, el desconocimiento de la realidad de la gente que sólo hace turismo electoral y de la división absurda que nos impusieron desde Caracas. A pesar del mapa nacional, la oposición va a ser gobierno y pronto. En Portuguesa,
que ya es decir mucho, cuatro alcaldías es una grieta profunda en el deteriorado oficialismo. Y como dice un amigo, la gente prefiere a la Cuarta República, como se va notando: Morel, Galíndez y Rosales lo confirman.
