Más de 6 millones de venezolanos han migrado en su mayoría a países vecinos, según reporta la Plataforma interagencial para refugiados y migrantes de Venezuela, casi todos motivados por las precarias condiciones de vida y la aguda crisis económica que atraviesa el país.

Para los venezolanos se ha vuelto extremadamente difícil adquirir o acceder a lo estrictamente necesario, la alimentación, la salud, la educación, vivienda, comunicación, electricidad, gas doméstico, combustible y agua potable, son algunas de las cosas que representan mayor dificultad para la adquisición y el acceso.

La dificultad es promovida por la caída del 75% del PIB desde el 2013, una inflación acumulada de más del 2.000% para el año 2021, un salario mínimo que oscila entre los 2 y 3 dólares mensuales y la despreocupación del gobierno ante esta situación, hacen imposible la subsistencia en el país con las mayores reservas de petróleo del mundo, donde la única salida que ven sus ciudadanos está en cruzar la frontera.

Y como dice Jose Guerra, «Con la industria y el comercio gravemente lastimados, sin los millonarios ingresos petroleros del pasado, el gobierno de Nicolás Maduro finalmente ha tenido que adoptar una política económica amigable con el empresariado para sobrevivir, buscando desesperadamente, sin éxito hasta ahora, estímulos a la inversión internacional y aumentando la participación del dólar en la economía, sin atreverse a aumentar los créditos bancarios, para no promover aún más la delicada situación inflacionaria. El desabastecimiento, una de las grandes dolencias de la sociedad venezolana en la década anterior, ha desaparecido, auspiciada por la incapacidad de compra y las importaciones»

Venezuela en lo económico sigue sin un rumbo definido, la falta de un plan de recuperación económica, augura un futuro incierto y pronósticos poco alentadores para los venezolanos. Los cálculos de Fondo Monetario Internacional, preveen una recesión de 5 puntos para el 2022, lo cual se traduce en más pobreza y más migración.

Nada se ha hecho, nada se hace y al parecer nada se hará; no hay razones que expliquen la indiferencia gubernamental ante el cataclismo económico y social en Venezuela. Las familias se han separado, hijos que han llorado la pérdida de sus padres desde el exterior, sin poder darle una última despedida, madres y esposas que se consuelan en una foto o en una llamada de sus seres queridos, niños que van creciendo con familias mutiladas, esto es una verdadera tragedia, tanto para los que se van y como para los que se quedan.

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