Se nos fue el 2021 sin que tampoco se cumpliera la profecía del difunto,
que parece que ni en eso acertaba, de que la vaina sería hasta este año. Pero bueno, el concierto de errores y la demolición de un liderazgo nacional del que creo que no escapa nadie, aunque tienen la alternativa de la resiliencia, que es lo mismo que entereza, que es la capacidad para adaptarse a las situaciones
adversas con resultados positivos, nos hicieron perder dos décadas. Sí, un gobierno malo con un aparataje inteligente y una oposición, “en el lado correcto de la historia”, pero mal jineteada.
Dos lecturas del año que pasó. El concepto de unidad fue dejado de lado por un liderazgo, a cuyos electores poco les importó quien los apoyara. No valía ningún peyorativo que les impidiera su camino a la victoria. Vencieron ese falso dilema en el que nos tienen ensartados los numerólogos y los analistas de cafetín, que sólo la unidad salvaba. Perdonen que insista con los nuestros, pero Jóbito, Valmore, Carlos Barrios y Zerpa ganaban, al parecer, por esa terca voluntad de los pueblos, hasta con la tarjeta de Movilnet. Dos fueron apoyados por la MUD y dos por la Alianza. La decisión de cambio
estaba tomada y los cuatro jinetes de la esperanza portugueseña, venían
construyendo ese triunfo concretado el 21 de noviembre.
La otra lectura es que si nos uníamos ganamos. Con las candidaturas a
la Gobernación, ni sumados los votos de los tres candidatos distintos al PSUV hubiésemos derrotado a la maquinaria roja, aunque era posible. La diferencia hubiese sido poca, aunque para darle ejercicio a la imaginación, era posible que esa unidad, motivara más la participación. Aquí hay que pensar mal. Porque a sabiendas de los resultados, algunos candidatos insistieron en sus nombres, sabiendo que al final, ganaría Cedeño. ¿O eso era lo que querían?
Hay que explicarle bien a los electores cómo debe ser la unidad. Hay que ver el comportamiento, por ejemplo, de quienes salieron electos para la Asamblea Nacional por la falsa oposición, pero no levantan la voz contra los desafueros del régimen o para plantear un debate para conocer las verdaderas
cifras del Covid, la pobreza, la cantidad de vacunados, la situación hospitalaria o el salario digno de trabajadores de la salud, educadores o policías. O veamos el comportamiento de Bernabé y su corte en Barinas. Carajo, no podemos
tampoco estirar tanto la cuerda porque se rompe. Uno es la alianza verdadera por el país, sin tapujos, y otra sentarse con cuatro o cinco elementos, cuya
actuación indica de qué lado cojean, porque hasta ahora, la cabra siempre tira
para el monte. Y reitero el caso Barinas: si Rosales Peña que fue su
representante no aceptó participar en el proceso del 9E y apoyó sin
condiciones a Sergio Garrido, abanderado de la MUD, por qué, quienes
utilizaron esa trayectoria, no siguieron sus pasos. Sencillamente, porque no
responden sino al amo mirafloriano. La unidad es sólo posible, con quienes
quieran salir de esto, corrigiendo entuertos, eligiendo en sus partidos,
autoridades que devuelvan el carácter colectivo a las decisiones y no, el
capricho del jefe circunstancial, que ya tienen bastante tiempo en esos cargos.
Y en relación a la MUD, al G5 o cómo se les quiera llamar, hay que
reflexionar en serio, como me decía Mara aludiendo un artículo de Julio
Castillo donde mencionaba a la Madre Teresa, debatiendo hasta que duela, sin
griticos, insultos y descalificaciones. No es posible que 30 días después del
21N, el G5 no haya saludado a los alcaldes electos de oposición, dos de los
cuales no fueron nuestros, por mezquindad de un trío que jugó perversamente
para perder. La MUD tiene que respaldar sin sectarismo a esos cuatro
dirigentes, que necesitarán todo el apoyo popular ante el acoso del PSUV y del
régimen, que comenzando su luna de miel, se comporta como quien está
dispuesto a respetar las reglas de juego, pero de verdad, su retrato es como
Carlos Molina, para nombrar uno, que dejaron la Alcaldía en la carraplana y
pretende seguir jodiendo al municipio, como si los pueblos no tuvieran sangre
en las venas. Y ya se los demostraron.
Debe revisarse porque además de los cuatro alcaldes, sólo Mara en
Guanare, llegó de segunda. Todos los demás candidatos de la MUD fueron
superados por el chavismo disidente, iniciativas como Ratia en Turén o por la
alianza. ¿Por qué en Acarigua, la diferencia fue tan bestial y no será por la
gestión inmoral de Efrén Pérez o el entusiasmo generado por Rafael
Torrealba, que sólo repartía dólares a las UBCh, mientras la pobreza hace
estragos en el Municipio Páez? Nadie va a decir nada de los votos regionales,
de los cuales los municipios Sucre y Ospino, aportaron el 58 por ciento.
Hay que alumbrarle la ruta a Portuguesa. Las luces de Sucre, Unda, Guanarito y Ospino pueden conducirnos al final del túnel. Debemos establecer
responsabilidades no para crucificar a nadie, sino para elaborar el camino
definitivo hacia el cambio. O nos van a ver, ya no como un sector marginal de
la política, que lo somos, a pesar de las cuatro victorias municipales, en la
encrucijada del Canoero del Caipe que le dice al viejo que lo acompañe “para
que diga mañana, qué rumbo cogen los muertos” y no sea, la oposición de este
estado, “una canoa sin canoero, solita en mitad del río, con la zamurada
adentro”.
Y si se puede, FELIZ NAVIDAD.