
A juicio de Jesús Orlando Perozo, Secretario General del Partido Un Nuevo Tiempo en Portuguesa, el gobierno de Rafael Calles se paga y se dalo vuelto en materia de seguridad ciudadana.
Rafael Calles se autoevaluó e indicó que el éxito de su gestión en materia de seguridad fue erradicar el grupo delictivo que operaba en la autopista JAP, conocidos como: “los miguelitos”.
Es inconcebible valorar este tipo de afirmaciones por parte de quienes hoy ostenta el poder regional. Señalar alegremente que nuestro estado es uno de los más seguros es semejante irresponsabilidad.
Sin dudas, es repudiable la ligereza con que el ciudadano gobernador insiste en manejar un tema tan complejo y delicado como la seguridad ciudadana. Manifestar, que ha sido exitoso en materia de seguridad porque supuestamente acabó con una banda que opera en la autopista José Antonio Páez desde los gobiernos de Castañeda y Castro Soteldo, es una irresponsabilidad.
Hablar de percepción de seguridad, es algo serio, real, responsable y riguroso. Mientras en otras experiencias en el mundo se utilizan las encuestas de victimización como la principal herramienta para medir y conocer la percepción de inseguridad, en el caso nuestro el mismísimo gobernador se autoevalúa y vanagloria su gestión de manera positiva. Fin de mundo.
La seguridad ciudadana no trata simplemente de la reducción de los delitos sino de una estrategia exhaustiva y multifacética para mejorar la calidad de vida de la población, de una acción comunitaria para prevenir la criminalidad, del acceso a un sistema de justicia eficaz, y de una educación que esté basada en los valores, el respeto por la ley y la tolerancia.
La seguridad ciudadana es el proceso de establecer, fortalecer y proteger el orden civil democrático, eliminando las amenazas de violencia en la población y permitiendo una coexistencia segura y pacífica. Se le considera un bien público e implica la salvaguarda eficaz de los derechos humanos inherentes a la persona, especialmente el derecho a la vida, la integridad personal, la inviolabilidad del domicilio y la libertad de movimiento.
Finalmente, es inverosímil hablar de datos y números cuando la ciudadanía no tiene acceso. La falta de transparencia e información sistematizada pone en jaque cualquier afirmación que pueda producirse en esta delicada área. He allí el interés de permanecer vigilante y velar porque realmente mejoremos en todas las áreas como sociedad.