
Cuando el general Joaquín Crespo escogió a Ignacio Andrade como su sucesor, se encargó de curarse las espaldas y cuidar el coroto para regresar a la Presidencia de la República. Pero se le atravesó el Mocho Hernández y aunque no lo pudo derrotar, una bala traicionera le quitó la vida en la Mata Carmelera. Al salvaguardar lo que creía que era suyo, designó antes de irse lo que sería hoy una ZODI en términos militares y maduristas, colocando en regiones a un general para custodiar a los entonces presidentes de estado, que aunque en su mayoría también eran militares, éstos eran nombrados por el Jefe de Estado y el partido de gobierno, en este caso, el llamado Partido Liberal.
Lo traigo a colación entre otras cosas, porque los jefes de las fulanas ZODI son con este régimen, los gobernadores de facto. Dominan el negocio de la gasolina, coordinando el abastecimiento con las bombas de su preferencia, aunque quienes daban la cara, eran sus gobernadores y el de aquí, llegaba al colmo de decirle mi general. Casi todos han salido por alguna irregularidad, o simplemente, tienen como destino su casa. Pero con las faldiqueras llenas y hasta fincas compran porque esta tierra los engancha. Y por eso, lamento que algunos candidatos no levanten la voz contra la dictadura, que no ha mejorado ni una sola garantía electoral, no hay respeto a la norma por parte del CNE, del PSUV y del inquilino de Miraflores.
A cada rato, Maduro se encadena para presentar los candidatos del alicaído Polo Patriótico o al Comando de Campaña que lleva el nombre del peor ministro de Educación que se haya tenido en la era republicana, ese mismo que “valientemente” le había dicho a Chávez que se había fumado una lumpia y cambió sus principios por yates y casas en el oriente venezolano, donde fue gobernador. El rector Enrique Márquez se atrevió a amagar con una investigación a Diosdado Cabello y éste casi lo asa vivo en ese alambique de odio que es el mazo dando. El peculado de uso tipificado en las leyes nacionales, que se pasan por los testículos, cada vez que les da la gana, no tiene límites con Primitivo Cedeño o con cualquier candidato rojo.
No he escuchado a los abanderados de la oposición denunciar la Ley de Ciudades Comunales que deja a gobernadores y alcaldes, como jarrones chinos o como muchachos de mandado del general de la ZODI, porque establece el sueño de Chávez de la relación Miraflores-Comunas en el pacto diabólico civil-militar que aniquiló la institucionalidad del país y a su Constitución, la mejor del mundo y por eso, violada y desgarrada a cada rato.
El título del artículo es la expresión de un general, designado para Portuguesa. Dijo que Rafael Calles era un lápiz sin tinta. Es decir, un cero a la izquierda, en este largo preaviso, a pesar de que ganó las primarias rojitas en forma clara y contundente, pero que la intriga de los suyos y las negociaciones capitalinas, hicieron que rodara cuesta abajo, aunque Maduro le prometió una nueva trinchera, pero que hasta el sol de hoy no le ha cumplido como a Yelitza Santaella, Margaud Godoy o Marcos Torres, que lo acompañan en el gabinete.
No me preocupan los protagonistas. Lo que importa es el irrespeto de los que se creen dueños del botín de la República contra el poder civil. Lo hace Maduro con los protectores y aunque dijo que los iba a eliminar, reculó. Y seguramente obligarán a los gobernadores de oposición a juramentarse en la Asamblea Nacional y no en el poder legislativo regional.
No mejora nada el enfermo. El único que aún grita para exigir condiciones electorales, como voz en el desierto, es Juan Guaidó. Casi todos los candidatos están como la canción de Celia Cruz: Songo le dio a Borondongo, Borondongo le dio a Bernabé, Bernabé le pegó a Muchilanga, le dio a Burunganda, le jinchan los pies. Y Maduro listo para comer dulce de lechoza el 22 de noviembre en horas de la madrugada.
Les debo el comentario del pírrico acto de la Avenida Libertador, a pesar de la alharaca propagandística y del abuso de poder, donde no faltó ningún funcionario de la vida pública regional y de la celebración roja rojita de los 401 años de Acarigua. Por cierto ¿qué será de la vida de Rafael?
IVÁN COLMENARES
