Los tratados de tesis en Derecho de Obligaciones, harto conocidos por los estudiosos del Derecho, reconocen los diferentes tipos de relaciones que se generan en un negocio jurídico, dependiendo el nivel y las situaciones que crean sus consecuencias. Autores como Maduro Luyando, Roberto Goldsmith, James Otis Rodner entre otros; en su extensos estudios tanto del Derecho de las Obligaciones y Derecho Mercantil (Goldsmith), dejaron muestra evidente del acontecer jurídico de estas tesis de alto contenido académico y que a pesar del tiempo de haber sido formuladas, siguen siendo doctrinas pacificas reiteradas y aceptadas, de obligado análisis y estudio. Entre ellos, el autor patrio, James Otis Rodner, pone en la palestra de su trabajo, un tema que por demás atrae por su alto contenido y la adaptación palmaria, no solo al extenso estudio de las obligaciones, sino también de la actividad general de la vida común de la gente; y porque no, aplicable a la realidad de lo que hoy define el día a día de los venezolanos en cuanto a la política.
Sé que con esta última apreciación, quizás seré objeto de comentarios contrarios, por quienes exegeticamente defiendan la rigidez del estudio planteado. Empero, el tema desarrollado por el Prof. Rodner, y del que me atrevo hoy a mostrar in extenso, se refiere a su interesante conclusión para el mundo de las obligaciones dividiéndolas entre “Obligaciones Dinerarias” y Obligaciones de Valor”. A la sazón, la primera indiscutiblemente referida a aquellas obligaciones que son susceptibles de ser establecidas o calculadas en dinero, y las segundas, aquellas cuyo valor estriba en su contenido axiológico.
Este interesante trabajo, como bien hemos apuntado, viene a darnos una realidad vigente en el mundo actual. Un pensamiento que hoy da al traste con la evidencia de lo que es el mundo del dinero y el mundo de los valores, de los cuales; y en mayor o menos grado, la política no ha escapado de ello.
Vemos dentro de esta campaña interna del Psuv, una gran distinción de candidatos que hacen gala y alarde de sus excesivas “Obligaciones dinerarias”, a través de las cuales vienen comprando voluntades dentro de una población vapuleada por el hambre y las condiciones de vida pauperrima. Carne de cañón para los jerarcas que suelen poner precio inmediato a estas necesidades y logran canjear la conciencia real por un pedazo de pan, al mejor estilo de los Miserables de Víctor Hugo, olvidados a los vaivenes de la realidad social que esconde su mayor tristeza en una máscara de Garrick. Estos “adinerados” precandidatos y hasta algunos ya eliminados en sus gestiones de Gobierno; han logrado crear una casta que protege sus capitales y apetencias personales por encima de las necesidades de la gente, la cual solo es importante, en tanto y en cuanto les puedan vender su voto. Por otro lado, la gran crisis de los sistemas de valores ciertos, provocados por una cultura venezolana que en muchos casos añora un contrato de palabra respetado simplemente por ese acuerdo verbal que da un toque definitivo al cumplimiento del deber ser. El mundo axiológico o de los valores, mueve a otra corriente de candidatos que han sabido respetar las reglas y han hecho de su política, un pequeño respiro de esperanza. Una verdadera obligación “de valor”, como lo enfatiza nuestro catedrático venezolano Otis Rodner ya aludido. Donde converge la necesidad de ventilar que el deber ser de una obligación está en lo incalculable del “valor” que ella representa fundado en esa fórmula abstracta donde lo axiológico no se riñe con la fortaleza de la convicción. Con el ejemplo certero de la entrega en la contienda fundada en la inalienable idea de practicar lo que se es, dentro del marco de las directrices del pensamiento humanista de Chávez y los postulados del poder popular. Una fórmula que bien ha venido practicando el precandidato Reinaldo Castañeda, todo lo cual redundará en su victoria como próximo gobernador del estado, a bien merecido por su talante avasallador de líder cargado de valores propios incalculables. He allí esa justa distinción de quien ha sabido valorar la gran necesidad de recuperar de “volver a Chávez”.

Rafael García González. 5.949.456.

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