El mundo está aterrado, cada hito y cada huso horario sufre la cotidianidad de un despertar bajo un cielo que no merece ser conocido, parafraseando al filósofo ucraniano Emil Cioran. Aunque en realidad él se refirió a que “el mundo no debía ser conocido”, este autor obligado por el mismo, nos dejó una estela de profundidad en su forma y esencia.
El título de nuestra columna, corresponde a su segundo libro escrito en lengua francesa, la cual adoptó como fórmula de su tiempo para poder comunicarse.
Cioran nos legó con este texto, una experiencia de breves frases para aludir a los problemas reales que padecemos. Imbuido en una filosofía de desengaños y desprecios, supo armonizar estratégicamente su crítica al entorno existencial del hombre. Es un camino abierto a las verdades que no queremos ver, mirando a la nación en su faz de ente destructor de la paz mental y la vida.
Con suprema sagacidad escribió:…”Una nación que no ama ni el cielo ni las conquistas terrenales no se le debe permitir vivir. Sólo hay dos maneras de morir bien: en un campo de batalla o bajo la mirada de una estrella”…
Esta invocación permite el llamado al momento histórico que atravesamos los venezolanos, y dónde este texto de Cioran se dió a conocer para su análisis en nuestra lengua. Es una invocación inequívoca de la realidad, de esa búsqueda con la que la unión de los nacionales tienen ganada la fórmula de poder apreciar el valor de los logros pragmatizados en nuestro cielo y la tierra y morir bajo una estrella.
Es el amor al país el que debe movernos para decidir nuestra fórmula de morir en batalla; en esa lucha constante de los ideales supremos de la ética y la moral. Un país de progreso y liderazgo hacia el bienestar ciudadano y no de su autodestrucción.
Suena duro saber, que el gran silogismo de la amargura ha atrapado a todo un sistema político que nos ha llevado paulatinamente hacia esos estadios de destrucción y desolación. Una mezcla fatalista de Nietzsche en el umbral de un Dios declarado extinguido.
Estamos a tiempo de retomar la senda de caminos ciertos y seguros, puertos de arraigo hacia el provenir espontáneo de un nuevo país. Estamos a tiempo de reestructurar la pasión en la Unión y El Progreso, sin cavar las tumbas de nosotros mismo como lo afirma el filósofo analizado, Cioran.
Podemos ir hacia una Venezuela en su Presente y su Futuro de la mano de una visión clara y de experiencia que solo el Dr. Eduardo Fernández puede darnos.
Vamos por ello, requerimos el cambio sin temores a los abismos; solo un puente seguro permitirá la transición a la Democracia. Vamos con Unión y Progreso.

Rafael García González. 23/02/2024

Visitas: 2